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En 1988, Seúl fue la sede de los XXIV Juegos Olímpicos de Verano. Para la época, supuso un evento olímpico de dimensiones excepcionales pues contó con la participación de 13 304 atletas de 160 países de todo el mundo. Se había adoptado como espíritu básico en estos Juegos «la reconciliación y el progreso», y en su cumplimiento, el Comité Organizador estableció los siguientes objetivos: el máximo número posible de participantes, la armonía mundial, unos resultados sin precedentes, la máxima seguridad, y el ahorro de costes. Después de este evento deportivo internacional Corea del Sur se convirtió en el 16.º país del mundo anfitrión de los Juegos Olímpicos de Verano en Asia. Se llevaron a cabo competiciones en 23 disciplinas y 2 deportes de exhibición. Corea del Sur se colocó cuarta en el medallero, habiendo obtenido 12 oros, 10 platas y 11 bronces.


Los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988 tuvieron un gran significado, puesto que se habían enfocado en la reconciliación de los bloques de Oriente y Occidente, tras los boicots que había perpetrado el Bloque Occidental en 1980 contra los Juegos Olímpicos de Moscú, y posteriormente el Bloque Oriental en represalia por los Juegos Olímpicos de 1984, que tuvieron lugar en Los Ángeles. Sin embargo, Seúl logró trascender estos conflictos ideológicos y la discriminación racial en cumplimiento con los principios establecidos en la Carta Olímpica, y los Juegos sirvieron como ocasión para dar a conocer al mundo el estatus del desarrollo económico que había alcanzado el país, su cultura y tradición, y el alto potencial de la comunidad coreana.

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