Corea del Sur ha logrado un rápido crecimiento económico en un corto período. El país ha mostrado competitividad global en varios campos como teléfonos móviles, semiconductores, automóviles, productos químicos y siderurgia. En los últimos años, sus contenidos culturales, incluidos la música, los videojuegos y los webtoons, está emergiendo como una industria esencial en sí misma, liderando la economía coreana.
La Constitución de Corea del Sur estipula que "se garantizará el derecho de propiedad de todos los ciudadanos". En otras palabras, Corea del Sur se basa en una economía de mercado y, por lo tanto, permite que las personas y las empresas realicen actividades económicas libremente y garantiza sus ganancias y propiedades.
Sin embargo, la Constitución no garantiza ilimitadamente el desenfrenado desarrollo de las actividades de libre capitalismo, sino que estipula que los casos de abuso del capital que damnifiquen a terceros deben ser rectificados. Se trata de un mecanismo mínimo de seguridad para compensar las debilidades que presenta el capitalismo y la economía de libre mercado.
Corea del Sur ha alcanzado un crecimiento económico a una velocidad sin precedentes. A este crecimiento logrado en un entorno de carencia absoluta de recursos naturales y sobre las cenizas industriales resultantes de tres años de guerra civil acaecida entre 1950 y 1953, los expertos económicos del mundo empezaron a llamarlo «el milagro del río Hangang».
Corea del Sur estructuró gradualmente su economía orientada a la exportación y centrada en grandes empresas en su proceso de impulsar el crecimiento de un país con una carencia de recursos naturales e insuficiencia de capital. Así fue como los grandes conglomerados económicos pasaron a dominar la industria, mientras que la estructura económica nacional pasó a depender fuertemente de las importaciones y exportaciones, quedando a merced de las condiciones externas de la economía.
En el mes de noviembre de 1997, una crisis cambiaria golpeó al país forzando al gobierno de Corea del Sur a solicitar un rescate financiero al Fondo Monetario Internacional (FMI). Fue la primera tribulación que tuvo que afrontar después de un largo período de crecimiento exponencial. Entonces, el país tomó medidas drásticas erradicando a las empresas deficitarias y avanzando en la reestructuración económica. Con todo ello, en solo dos años se pudo lograr normalizar la tasa de crecimiento y los precios al consumidor, y registrar nuevamente un superávit en el balance de las cuentas corrientes. En este proceso, unos 3,5 millones de ciudadanos coreanos se unieron a la campaña de recaudación de oro para ayudar al gobierno a cumplir con la amortización de los fondos de ayuda otorgada por el FMI. Se llegó así a reunir 227 toneladas de oro. El mundo se maravilló ante la participación voluntaria del pueblo surcoreano en su unánime esfuerzo por devolver las deudas nacionales contraídas.
Mientras Corea se iba recuperando por completo de la crisis cambiaria en esos tres años, el país sacó partido a la construcción y adopción del sistema económico y financiero globalizado. Sin embargo, no todo fue color de rosa; al contrario: el proceso de reestructuración tuvo también su lado oscuro. Los gastos fiscales del gobierno se incrementaron considerablemente y se profundizó la desigualdad de los ingresos.
Tras superar la crisis financiera, la economía de Corea del Sur continuó registrando un sólido crecimiento. Se triplicó el PIB nominal de 504.600 millones de dólares en 2001 hasta alcanzar 1.619 billones de dólares en el 2018, el 12º más grande del mundo. De hecho, durante el período de 2008- 2010, cuando la mayor parte del mundo pasaba por una devastadora crisis financiera, Corea continuó creciendo, y el país registró una sorprendente tasa de crecimiento del 6,3% para el año 2010. Los entes de los principales medios de comunicación internacionales calificaron este logro de Corea del Sur como un caso de «recuperación ejemplar».