Emprendiendo el camino
Para poder llegar al templo desde mi hospedaje tuve que caminar unos 10 minutos hasta la estación de Jeonpo. Tome la línea 2 del metro y me baje en la estación de Jung-dong, y posteriormente camine unos 6 minutos para tomar el bus 181. Desde la parada del Bus hasta la entrada al templo se recorre un camino adornado con linternas y esto ya nos indica que estamos en el lugar indicado.
Una de las cosas que me sorprendió de los templos budistas fue el uso de la esvástica (cruz equilateral con los brazos doblados en ángulo recto) como símbolo sagrado de la paz y la buena fortuna. Es curioso porque esta cruz que tiene milenios de antigüedad, no solo es usada en el budismo, sino también en el hinduismo y el jainismo. En la actualidad se está tratando de devolver a la esvástica su valor sagrado.
Recorriendo el templo
Al pasar por Iljumun, me encontré con la escalera de 108 peldaños, que según las creencias eliminan 108 problemas, aclarando nuestra mente. Cabe destacar que la entrada al templo está por encima del nivel del mar y por eso uno se ve obligado a descender por las escaleras para llegar al templo. Desde ahí se pueden ver las diferentes edificaciones, que en conjunto conforman el templo, y el puente sobre el mar.
Los canticos entonados por los monjes en el interior del templo, el sonido de las conversaciones de los visitantes, el sonido de las aves y el mar todos conforman una simbiosis perfecta.
El pensamiento budista ha considerado durante mucho tiempo a los animales como entidades perceptivas, capaces de obtener una sensación de iluminación, como la tortuga, que representa la resistencia y la longevidad.
Este templo fue restaurado en 1970 conservando colores y detalles originales. En el centro, frente al edificio principal, se encuentra una pagoda de 3 pisos con 4 leones que simbolizan la alegría, la tristeza y la felicidad. Esta pagoda fue destruida por los japoneses y restaurada con parte de sus piedras originales en 1970 por el monje Yeongho Dang.
Hermosas estatuas de Buda talladas en piedra blanca, sacerdotes y muchos animales rodean el estanque en la cascada artificial, que es usada como pozo de los deseos donde se pueden lanzar monedas.