Michael Thallium escribe en Sherzo acerca del debut en España de Hera Hyesang Park, con según sus palabras, un bellísimo concierto y ariado recorrido desde la música barroca hasta la actual, con un marcado acento popular de las tradiciones coreana y española, excelentemente amalgamadas.
El recital se dividió en dos partes muy claras. Una primera en la que Park apareció de blanco en el escenario, con un vestido de larga cola, acompañada de Rafael Aguirre quien, con la guitarra española amplificada, comenzó a tañer las notas de la que iba a ser la primera obra del recital, Music for a while del inglés Henry Purcell, una pieza íntima a la que siguió A Chloris del cantante y compositor venezolano nacionalizado francés Reynaldo Hahn. La siguiente obra, también acompañada de la guitarra, fue De los álamos vengo, madre, en el arreglo de Joaquín Rodrigo. Park la cantó con gracejo español. Las siguientes obras fueron las Canciones clásicas españolas del barcelonés Fernando Obradors, el Ave María de Schubert arreglada para acompañamiento de guitarra y dos arias, Deh vieni, non tardar (Las bodas de Fígaro, Mozart) y Una voce poco fa (El Barbero de Sevilla, Rossini). La primera parte la cerró brillantemente el guitarrista Rafael Aguirre con la Gran jota de concierto de Francisco Tárrega.
No hubo descanso y, a continuación, Hera Hyesang Park volvió a salir al escenario con un vestido ajustado largo y negro, sin cola, muy apropiado para el repertorio que iba a interpretar seguidamente: Like the Wind that met with Lotus de la compositora surcoreana Joowon Kim y Cinco canciones negras de Xavier Montsalvatge. Sophia Muñoz supo acompañar muy bien a la soprano, creando atmósferas con sonoridades del folclore coreano, español y cubano. Hera Hyesang Park se atrevió también con el género chico. Acompañada de Rafael Aguirre y Sophia Muñoz, interpretó con mucha soltura y presencia escénica No sé qué siento aquí de la zarzuela Château Margaux de Manuel Fernández Caballero. En algún momento, el sonido amplificado de la guitarra, siempre difícil de ajustar, cubrió innecesariamente al del piano. El recital terminó con una obra preciosa que emocionó al público, Psalm 23, un magnífico arreglo de una obra tradicional coreana hecho por Un-Yung La. El público aplaudió a raudales.
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