La esquina de Avellaneda y Nazca es el epicentro económico de la comunidad coreana de Buenos Aires. Y el pasaje Ruperto Godoy, con sus ofertas de entretenimiento, a solo dos cuadras de distancia, es considerado su patio de comidas.
Un poco de contexto. Por excelencia, los inmigrantes coreanos son asociados con el rubro textil. Son los expertos de la ropa. Allá por la década de 1950, los primeros en llegar montaron sus propias fábricas con mucho empeño, trabajando a destajo mientras se esforzaban por adaptarse a una sociedad completamente distinta a la suya. La mayoría se radicó en la avenida Carabobo, cerca de la villa 1-11-14.
Pocos, por no decir ninguno, sabían hablar español. Muchos habían pasado la barrera de los 50 años sin haber salido de su país y solo podían comunicarse en un idioma: coreano. Así fue como fueron creando una comunidad homogénea, una sociedad. Abrieron sus propias farmacias, sus propios consultorios odontológicos, sus propios almacenes, carnicerías y verdulerías.
Sus respectivos negocios prosperaron rápidamente. En un clima solidario, muchos se ayudaron entre sí para salir adelante. Y hoy, muchos de ellos están expandiendo sus hogares y negocios hacia este nuevo lugar.
Desde hace años que la avenida Avellaneda es famosa por la cantidad de locales de ropa regentados por coreanos. Los precios suelen estar por debajo de la media. Y la calidad, en muchos casos, es la misma que en otros barrios y locales. En más de una ocasión, la esquina de Avellaneda y Nazca fue el lugar elegido por la comunidad coreana para festejar “Buenos Aires celebra Corea”, un festival con degustaciones de comida, shows en vivo y una variedad de actividades a través de las cuales se puede conocer más sobre la cultura del país asiático.