Cada vez más vecinos y turistas se animan a redescubrir la Ciudad de Buenos Aires a través de sus rincones ocultos. Y dentro del barrio de Flores, hay un lugar que sorprende por su ambiente único, su cultura y sus sabores.
Se trata del Pasaje Ruperto Godoy, un callejón que bien podría estar en el corazón de Seúl, en Corea, y que, sin embargo, está a metros de la Avenida Avellaneda. Conocé en esta nota todos los detalles al respecto.
El pasaje de Buenos Aires que parece sacado de Corea
El Pasaje Ruperto Godoy se convirtió en uno de los polos gastronómicos coreanos más originales de la Ciudad de Buenos Aires. Con apenas cien metros de largo, reúne cafés, locales de comida, tiendas asiáticas y hasta un karaoke, todo ambientado con murales, faroles rojos y carteles escritos en hangeul, el alfabeto coreano.
Ubicado entre las calles Felipe Vallese y Páez, este pasaje es una “joyita” escondida. Quienes se animan a entrar descubren un mundo distinto: cafeterías como Maum Café, donde se pueden probar matcha latte, macarons, mochis o helados con sabores típicos de Corea, todo atendido por una familia coreana.
Para los que buscan platos calientes, está Dashimaki, un local pequeño pero muy recomendado, que ofrece ramen artesanal y sushi solo al mediodía (de lunes a sábados hasta las 16). También hay opciones como Pan Moa, una pastelería fusión entre lo europeo y lo coreano; Bulmat, con comida casera como fideos con cerdo; o Azit Chicken Bar, ideal para los fanáticos del pollo frito al estilo coreano.
Y si el plan incluye algo más que comida, el Karaoke W es el broche de oro: cuenta con cabinas privadas como en Corea, para cantar hasta la madrugada con amigos. Es uno de los pocos karaokes auténticos de Buenos Aires.
Discreto por fuera, pero lleno de vida por dentro, el Pasaje Ruperto Godoy ya no es solo un secreto de la comunidad coreana: es un rincón que invita a viajar sin salir de la ciudad. Una parada obligada para quienes aman la gastronomía asiática y buscan experiencias nuevas en Buenos Aires.