Extranjero

por Rodrigo Márquez


Pocas coincidencias se pueden encontrar entre Argentina y Corea del Sur, el primero un país occidental y el segundo oriental, presentan culturas diferentes y están alejados geográficamente por miles de kilómetros, pero sin embargo este año hay algo que los hermana: ambos serán sedes de Juegos Olímpicos.


La nación asiática albergará las olimpíadas de invierno 2018, en PyeongChang, desde el 9 hasta el 25 de febrero, lapso en el que estarán 2.900 atletas de 95 países y en 15 disciplinas diferentes. Buenos Aires, por su parte, recibirá los Juegos Olímpicos de la Juventud a partir del 6 de octubre y hasta el 18 de dicho mes, con la asistencia de 3.998 competidores repartidos en 32 especialidades.


Es por ello que el miércoles se celebró, en el Centro Cultural de la Embajada de la República de Corea ubicada en la capital de nuestro país, la muestra "Corea y Argentina: Una Historia Olímpica", en pos de fortificar lazos e intercambiar costumbres. El deporte, así, sirvió de motor para dicho propósito y fue el hilo conductor del evento.


Más allá de las formalidades, que incluyeron la presentación del nuevo embajador del país oriental, LIM Ki-mo, y la palabra del Secretario General del Comité Olímpico Argentino (COA), Mario Moccia, la reunión tuvo una impronta de comunión y amistad. Dos naciones se brindaron un apoyo mutuo de cara a un año que las tendrá como foco del mundo.


En ese sentido la muestra exhibió por una parte un anticipo de lo que será PyeongChang 2018, con remeras, carteles, las mascotas del evento y una pantalla donde se podían observar algunas disciplinas, y por otra piezas del Museo Olímpico Argentino.


Dentro de éstas últimas los asistentes supieron disfrutar de medallas e insignias de Seúl 1988, de camisetas "albicelestes" como la de David Nalbandian y de todas las antorchas olímpicas de los Juegos de Inviernos celebrados en el presente siglo (Salt Lake 2002, Torino 2006, Vancouver 2010 y Sochi 2014). En la entrada, a modo de bienvenida, reposó la antorcha actual.


Con toda esa historia transmitida en objetos, ese fue el espacio más concurrido del evento y el que se llevó los flashes. La gente no le perdió detalle y a algunos se les agigantaron los ojos de asombro, mientras que a otros se les escapó una sonrisa de placer.


Sobre el caluroso pero agradable atardecer porteño, la parte artística también fue motivo de goce con la interpretación de la canción oficial de PyeongChang 2018, "Let everyone shine". El público, reunido en el patio del Centro Cultural, volvió a sacar celulares y cámaras para tomar fotos y filmar.


Cuando el sol cayó y el cielo se llenó de estrellas, fue el turno de degustar comida coreana. En dos mesas que unían el patio con la muestra, los asistentes se agruparon y pudieron probar distintos menús, para acompañar así sus animadas charlas. Previo a eso, un chef del restaurante "Canción Coreana" explicó la artesanía del "bulgogi", un plato típico del país asiático.


De esta forma quedó inaugurada la muestra "Corea y Argentina: Una Historia Olímpica", que continuará hasta el 18 de marzo y es un ejemplo más de cómo el deporte significa intercambio cultural y genera lazos entre naciones que, al menos en este caso, uno podría suponer que poco tienen en común.


Porque si bien las piezas y fotos de Juegos Olímpicos son el centro de atención, ello abre las puertas a otro tipo de relaciones, a conocer otras costumbres y raíces. Y eso fue lo que precisamente pasó sobre la Avenida Coronel Díaz de Buenos Aires.


Los integrantes del Comité Olímpico Argentino, el Director del Centro Cultural y el nuevo Embajador Coreano así lo expresaron en palabras, y luego lo confirmaron todos a la hora de compartir un momento especial. La muestra, entonces, va más allá del gen deportivo, y en su corazón está la calidez y comprensión entre dos naciones.


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