El 14 de octubre, en el Festival Internacional de Escritores de Seúl celebrado en Ground Seoul, en Jongno-gu, Seúl, la moderadora y las escritoras participaron en una sesión de preguntas y respuestas sobre el tema ‘Escritoras en conversación: Literatura escrita con el pulgar’. De izquierda a derecha: la moderadora Kim Yeondeok, la poeta Yumi Fuzuki, la escritora Woo Dayoung y la escritora Sung Haena. | Instituto de Traducción de Literatura de Corea (LTI Korea)
Por Kim Seon Ah
Desde la antigüedad hemos considerado la escritura como un acto especial. Solíamos creer que la literatura empezaba solo cuando había un bolígrafo y un cuaderno sobre el escritorio, o al sentarnos a un teclado o una computadora portátil. Sin embargo, ahora tenemos en nuestras manos una pequeña pantalla, un dispositivo del que podemos sacar unas cuantas líneas de texto en cualquier momento y lugar: el teléfono móvil. Entonces, la pregunta cambia: “Si solo se pudiera escribir con el teléfono, ¿cómo cambiaría la literatura?”
En el evento “Escritoras en conversación: Literatura escrita con el pulgar”, celebrado el 14 de octubre en Ground Seoul, en Jongno-gu, Seúl, en el marco del Festival Internacional de Escritores de Seúl, tres escritoras respondieron a esta pregunta: la escritora Woo Dayoung, la escritora Sung Haena y la poeta Yumi Fuzuki.
Sus experiencias y reflexiones revelaron cómo la literatura se sintoniza con los tiempos sin limitarse a una mera “diferencia de herramientas”.
Escritura en que se disfruta de limitaciones — Woo Dayoung
Woo Dayoung lleva nueve años escribiendo novelas con su celular. Al principio era una alternativa complementaria, pero pronto se convirtió en la herramienta principal gracias a su accesibilidad en cualquier momento y lugar.
“El celular es un instrumento peligroso. Solo con un paso en falso, me sumerjo en el algoritmo, pero lo que me encuentro allí puede ser un tema para la novela.”
Como la novelista dice, el celular es un dispositivo contradictorio, que exige escribir y distraerse al mismo tiempo. No obstante, Woo encuentra la potencialidad creativa en esa limitación. Citando como ejemplo la literatura experimental escrita con un alfabeto limitado, comenta: “Limitar algo es, de hecho, pulsar el botón de la creación.” Escribir con celular es tanto limitación como inspiración, así como un espacio para nuevos experimentos.
Insistencia en la estética de la lentitud — Sung Haena
Sung Haena se encuentra al lado opuesto. Concibe sus ideas a mano, escribe en computadora portátil y lee en papel. Sus cuadernos, llenos de planes densamente escritos, constituyen el sustento de su universo literario.
“La literatura es un gozo lento. Quiero escribir cada línea a mano. Sería más inconveniente si tuviera que escribir solo con el teléfono móvil, pero los humanos son seres adaptables, por tanto, tal vez algún día lo disfrute.”
Para ella, escribir no es solo un producto final, sino que la velocidad en sí es una estética. “Usar tiempo lentamente es parte de la literatura”, dice, y cree que el romanticismo de la literatura reside en la “lentitud”.
Mirada confiada en la herramienta — Yumi Fuzuki
La poeta japonesa ve la herramienta de escritura no como un mero instrumento sino como un “compañero”.
“El bolígrafo y el papel me hacen sumergirme despacio. El movimiento de la mano a veces regala respuestas inesperadas. Es como si la herramienta escribiera un poema en vez de mí.”
Ella también advierte los peligros de la era del algoritmo: “Hoy en día, los algoritmos definen incluso la mirada de escritores. Si no se defiende su propia perspectiva, la escritura se consumirá rápidamente.”
Literatura, herramientas y tiempo del lector
Las miradas de las tres escritoras se difieren, pero tienen un punto en común: las herramientas no se restringen a un medio para anotar palabras, sino que tiene el poder de cambiar la velocidad y dirección de la literatura. El celular permite escribir en cualquier momento y lugar, pero al mismo tiempo presiona el valor del pensamiento profundo y la “lectura lenta”.
Es cierto que el celular se ha transformado en un instrumento de escritura más cercano. Las palabras registradas en la pequeña pantalla son inmediatas y se difunden con velocidad. Sin embargo, para que esas palabras sean “literatura”, aún se requieren la profundidad, la lentitud y una perspectiva propia.
Incluso en una era donde solo se puede escribir con el celular, la literatura continuará preguntándose: “¿Qué vemos y qué no vamos a perder?” Esa es la esencia que la literatura ha de preservar y el valor que debemos defender sin importar cuál es la herramienta.
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