Reporteros Honorarios

20.10.2022

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Por la reportera honoraria Patricia Riba Hernández de España

La melancolía es un concepto familiar en numerosas culturas. Términos como saudade en portugués, Senhsucht en alemán o aware en japonés hacen referencia a emociones afines a la melancolía. Sin embargo, no siempre es posible traducir directamente estos conceptos para que encajen en nuestro propio sistema de significados, sin que pierdan importantes matices. Está claro que no siempre disponemos de las herramientas lingüísticas, religiosas e históricas necesarias para comprender determinados fenómenos culturales. Esto es lo que ocurre con el han coreano, un concepto frecuentemente asociado al de la melancolía europea, pero que, como veremos, tiene sus particularidades.

El han es un sentimiento colectivo que los coreanos han expresado tradicionalmente a través de la literatura y el arte. Esta colectividad contrasta con el carácter idiosincrático de la melancolía, que a partir del Romanticismo empezó a identificarse con la capacidad de creación artística y con el genio. Así, el han se constituye como una emoción colectiva históricamente marcada por acontecimientos como la guerra contra Japón (1592-1598), la invasión de China (1636-1637) y la ocupación japonesa del siglo pasado (1910-1945). En este sentido, se puede decir que el pasado colonial de Corea es lo que hace del han un sentimiento de carácter nacional. Sin embargo, para terminar de capturar una imagen nítida de esta colectividad hay que indagar también en sus causas culturales, como son los orígenes budistas y chamánicos de la cultura coreana.

El han colectivo asociado con el budismo y el chamanismo

el han se constituye como una emoción colectiva históricamente marcada por acontecimientos como la guerra contra Japón (1592-1598), la invasión de China (1636-1637) y la ocupación japonesa del siglo pasado (1910-1945). La imagen muestra el palacio Gyeongbokgung en un día de otoño, meramente con fines ilustrativos. | Pixabay

El han se constituye como una emoción colectiva históricamente marcada por acontecimientos como la guerra contra Japón (1592-1598), la invasión de China (1636-1637) y la ocupación japonesa del siglo pasado (1910-1945). La imagen muestra el palacio Gyeongbokgung en un día de otoño, meramente con fines ilustrativos. | Pixabay



A pesar de su problemática definición, la mayor parte de los críticos coincide en referirse al han como aquel sentimiento colectivo de resentimiento no resuelto, dolor, tristeza y rabia característico, que también ha sido caracterizado como el ethos de una nación, el "alma" presente en el arte coreano. Para Yi Gyutae, el han es un residuo emocional de la mente, mientras que para Choe Gilseong, es el estado mental de "haberse rendido", resultado de una extensa experiencia vital de acontecimientos frustrantes y trágicos.

Una vez más, es importante incidir en la dimensión colectiva del han del coreano. El han es un sentimiento colectivo porque la cultura coreana lo es, ya que al primarse el bienestar e interés colectivo sobre el individual los individuos que sufren deben suprimir estas emociones para salvaguardar el bienestar común. Suprimir el dolor es esencial en la filosofía budista.

Y es que la influencia y la relación del budismo y el chamanismo con el han son imprescindibles para entender la historia y la literatura coreana. El budismo se basa en comprender el dolor y promueve cuatro nobles verdades: la verdad del sufrimiento (dukkha), la verdad de que el sufrimiento es originado por el deseo y la búsqueda de placer, lo que nos convierte en no existencias (samudaya), la verdad de que este sufrimiento puede ser eliminado (nirodhu) y la verdad de que esto se puede llevar a cabo al seguir un camino metódico (magga).

Así, el budismo fue introducido en la península coreana en el año 372 d. C. por un monje llamado Sundo, que trajo textos y estatuas budistas provenientes de China. El tipo de budismo que llegó a la península fue el budismo Mahayana, que se mezcló con las creencias chamánicas coreanas, asimilándolas dentro de las prácticas y doctrinas budistas.

Si la función del budismo es la de aprender a liberarse de todos los sentimientos mundanos (108 sentimientos mundanos en total), incluyendo el han, el chamanismo (o muísmo coreano) --religión de la península coreana que provino de Siberia o Manchuria- pretende la liberación o el alivio de este han mediante rituales gut (exorcismo) como el salpuri, que significa literalmente "liberar o desatar el nudo de mala energía negativa que impide la liberación del alma".


Los autores Lee Eun-Joo y Kim Yong-Shin apuntan "el sal, como sustantivo, puede entenderse generalmente como una "energía dañina", según el diccionario. Sin embargo, el sal encarna muchas implicaciones en la cultura coreana, especialmente cuando queremos ilustrar el significado de salpuri. Más allá de las explicaciones del diccionario, engloba los significados de las siguientes palabras: espíritu maligno, desgracia, rencor, tristeza, duelo, y similares.

Es evidente que el significado de sal está intrínsicamente relacionado con el han. El salpuri, así, es una danza para consolar a las almas que no pueden "marcharse" al otro mundo debido a los sentimientos no resueltos del han. Para el chamanismo coreano, una vez los sentimientos de han son liberados, estos espíritus ya no pueden dañar a las personas. En esta danza, el chamán -que, casi siempre, era una mujer- usaba una tela que representa el camino por el que cruzan las almas al otro mundo, e iba anudándola y desanudándola, de modo que los nudos simbolizan los sentimientos "anudados" de han. A este ritual se le llama gopuri. Go significa nudo y puri es el mismo puri de salpuri, que como ya hemos visto significa resolver o desanudar.

Con el salpuri y las danzas chamánicas empezamos a vislumbrar la dimensión artística del han. Aristóteles hablaba de la catarsis en la tragedia como una purgación provocada a través de sentimientos de terror y compasión. En este sentido, el han funciona también de forma catártica: mediante la danza de la chamana, el sentimiento personal de han es comunicado y compartido con los espectadores. Se produce así una sublimación del dolor, en la que otros pueden empatizar.

Es precisamente en esta forma de empatizar y expresar el han donde reside su inherencia positiva o voluntad de superación, que es una de las peculiaridades más interesantes y que diferencian este sentimiento del melancólico. Esta inherencia positiva consiste en que el han puede ser trascendido si se entiende como voluntad de superar las situaciones difíciles y de no rendirse ante las adversidades, por eso, rituales como el salpuri juegan un papel clave en la superación del han.

¿No resulta una forma inspiradora de canalizar el dolor? En el sufrimiento existe un atisbo de belleza; un rayo de esperanza... Personalmente, creo que conocer el concepto del han en su adecuado contexto histórico y religioso resulta imprescindible para comprender muchos fenómenos, tanto literarios como sociales, de la cultura coreana actual.


kimhyelin211@korea.kr

* Este artículo fue escrito por una reportera honoraria de Korea.net. Nuestro grupo de reporteros honorarios es de todo el mundo y trabaja para compartir su afección y entusiasmo hacia Corea.