Por la reportera honoraria Liliana Maria Forero Montoya de Colombia
Fotografías: Netflix
Se termina el mes de mayo, en el que cada año se celebra en Corea el Mes de la Familia, dedicado a honrar las relaciones intergeneracionales y la piedad filial, pilares de la cultura coreana. Estos elementos, tan presentes en los dramas coreanos, nos han permitido identificar y reflexionar sobre distintas emociones que atraviesan la vida familiar.
En este contexto, el drama "Si la vida te da mandarinas..." (2025) es una joya poética que invita a contemplar el alma de una sociedad a través de sus vínculos familiares. Ganador del prestigioso premio Baeksang a mejor drama, esta historia no solo conmovió a la audiencia coreana, sino que también se posicionó entre los primeros lugares de audiencia en la plataforma internacional Netflix. Su éxito radica en su capacidad para tocar fibras universales: las madres que sueñan con que sus hijas vivan mejores vidas que ellas, los padres que siguen viendo a sus hijas como pequeñas niñas aunque sean adultas, la sensibilidad, la humanidad y la belleza de mostrar el amor antes y después del romance; las estaciones del alma en medio del dolor, el afecto, la pérdida y la esperanza.
Escena primaveral de Ae-sun y Gwan-sik, personajes principales de la serie coreana 'Si la vida te da mandarinas...'.
Escena de Ae-sun y Gwan-sik compartiendo un momento familiar junto a sus hijos, en la serie coreana 'Si la vida te da mandarinas...'.
Imagen promocional oficial del volumen 3 (otoño) de la serie coreana 'Si la vida te da mandarinas...'.
Escena de Ae-sun y Gwan-sik asistiendo emocionados a la boda de su hija, Geum-myeong, en la serie coreana 'Si la vida te da mandarinas...'.
Imagen promocional oficial del volumen 4 (invierno) de la serie coreana 'Si la vida te da mandarinas...'.
Piedad filial en Corea: el cuidado como forma de amor
Uno de los elementos más centrales en la cultura coreana, especialmente durante el Mes de la Familia, es el valor de la piedad filial, conocida en hangul como hyo (효). Este principio, enraizado en el pensamiento confuciano, no se limita únicamente a la obediencia o respeto hacia las figuras parentales, sino que abarca un sentido profundo de cuidado, lealtad y retribución afectiva hacia quienes nos dieron la vida y nos criaron.
En Si la vida te da mandarinas.., la piedad filial se revela no como un mandato rígido, sino como una forma de ternura práctica. Lo vemos en las visitas silenciosas, en los platos preparados sin palabras, en los gestos de protección silenciosa entre hijas, padres y madres. A través de su guion, Lim Sang-chun nos recuerda que el amor familiar no siempre necesita proclamarse; a veces basta con estar presente, esperar, o incluso ceder el orgullo por el bien de quienes amamos. También nos permite reflexionar sobre la culpa concomitante a este mandato cultural, visibilizando la dificultad de expresar esas emociones contradictorias en las relaciones de los padres o madres con sus hijos.
El personaje de Gwan-sik representa una forma de ejercer la paternidad sin autoritarismo, desde la ternura, el cuidado y el afecto cotidiano. Su cuidado no es un sacrificio trágico, sino una elección consciente de acompañar con dignidad. Esta reinterpretación del hyo es particularmente significativa, pues desafía modelos tradicionales de rigidez patriarcal aún vigentes en la narrativa coreana.
Del mismo modo, la relación entre madre e hija, ofrece múltiples capas de lo que significa cuidar: cuidar incluso cuando hay resentimientos, cuidar cuando se ha fallado, cuidar los sueños de la otra, reconocer y devolver el sueño depositado en cada una de las tres generaciones representadas en la historia. En ese sentido, el drama no presenta la piedad filial como una carga moral, sino como una forma poética de crecer a través del amor recibido y brindado.
Como personas espectadoras, quienes venimos de contextos culturales distintos, podemos encontrar en esta expresión del hyo una oportunidad para redefinir el amor familiar como una manera de seguir amando incluso en medio de la pérdida o la discordia.
El eco de las mandarinas en nuestras propias estaciones
Al ver When Life Gives You Tangerines sentí que podía revivir emociones profundas, como si el drama hablara no solo de sus personajes, sino de quienes lo observamos en silencio desde otro rincón del mundo. Me vi reflejada en las contradicciones, en los silencios incómodos, en la culpa, el duelo y en la torpeza de quienes aman sin saber cómo expresarlo.
Como psicóloga colombiana y amante de los K-dramas, esta historia me ayudó a comprender mejor la belleza y complejidad de los vínculos familiares en la cultura coreana, marcada por la piedad filial y por una forma de afecto que, aunque más discreta y marcada por fuertes normas culturales, no es menos profunda. Al mismo tiempo, me recordó que hay muchas formas de cuidar, de pedir perdón, de volver a empezar.
Mayo, en Corea, es el Mes de la Familia, y en Colombia celebramos también el Día de la Madre. Este drama me permitió pensar sobre ambas celebraciones y el amor familiar, que en cualquier latitud tiene estaciones y todas ellas son parte del viaje.
Cuando la vida nos da mandarinas, como dice el título, podemos amargarnos o encontrar el dulce escondido en lo cotidiano. Lim Sang-chun y el maravilloso elenco de este drama nos ofrecen esa posibilidad: la de mirar hacia dentro, reconciliarnos con nuestras raíces y agradecer el fruto de cada vínculo, incluso los imperfectos.
kimhyelin211@korea.kr
Este artículo fue escrito por una reportera honoraria de Korea.net. Nuestro grupo de reporteros honorarios es de todo el mundo y trabaja para compartir su afecto y entusiasmo hacia Corea.