Por la reportera honoraria Mariela Pavón de Argentina

El 14 de agosto ha sido designado por el Gobierno de la República de Corea como el Día Internacional en Memoria de las Mujeres de Consuelo. Con motivo de esta conmemoración y del 80º aniversario de la liberación de Corea, este artículo busca visibilizar desde Argentina la historia y el legado de estas mujeres, a través del símbolo de la Estatua de la Paz instalada en Buenos Aires.

Como reportera honoraria y creadora de Koreama —mi proyecto personal de difusión cultural— decidí dedicar esta misión especial a ellas. Porque la memoria también es parte de la cultura, y porque tuve la oportunidad de conocer más sobre esta historia desde muy lejos de Asia, en Buenos Aires, Argentina.

Historia y resiliencia

Entre los años 1930 y 1945, el Ejército Imperial Japonés implementó un sistema organizado de esclavitud sexual: las llamadas “estaciones de consuelo”, donde más de 200.000 mujeres y niñas fueron obligadas a servir como esclavas sexuales. Provenían principalmente de Corea, pero también de territorios ocupados como China, Filipinas e Indonesia. La mayoría fue reclutada mediante engaños, amenazas o secuestros. Sus edades iban desde los 11 hasta los 27 años.

El Ejército japonés justificó la creación de estos centros con el supuesto objetivo de controlar enfermedades venéreas, calmar a los soldados y evitar violaciones masivas en zonas ocupadas. Sin embargo, el sistema fue brutal y deshumanizante: las mujeres eran sometidas a violencia sistemática, incluso durante el embarazo o enfermedades, y vivían encerradas, sin libertad de movimiento.

Muchas sufrieron secuelas físicas permanentes e incluso infertilidad. Pero el dolor más profundo fue el del silencio: obligadas a vivir en la sombra, por miedo al estigma o la vergüenza. Este silencio perduró durante décadas.

En 1991, la sobreviviente Kim Hak-soon rompió el silencio en una conferencia de prensa en Corea. Su testimonio marcó un punto de inflexión histórico, y desde entonces cientos de mujeres han dado a conocer su historia, reclamando justicia, memoria y reparación.

A nivel internacional, la causa fue visibilizada por líderes como el papa Francisco, quien en su visita a Seúl en 2014 se reunió con un grupo de sobrevivientes. Este gesto reforzó el reconocimiento mundial de la gravedad de estos crímenes.

Desde 1992, cada miércoles se realiza una manifestación pacífica frente a la Embajada de Japón en Seúl. Son las Wednesday Demonstrations, en las que organizaciones y víctimas exigen una disculpa formal, compensación justa y reconocimiento histórico.

Una escultura en Buenos Aires, un silencio que habla

Durante mi visita a la Feria Internacional del Libro 2025, me encontré con una imagen que me detuvo por completo: la escultura de la Niña de la Paz. Sentada en silencio, con el cabello cortado y los puños cerrados sobre su regazo, representa a las niñas y mujeres coreanas que fueron esclavizadas sexualmente por el Ejército Imperial de Japón entre 1931 y 1945.

La escultura fue presentada por la Fundación Manyoung y la Asociación Civil de Coreanos en Argentina, en el stand cultural coreano de la feria. A su lado, una silla vacía: una invitación al recuerdo, a detenerse y a escuchar lo que no se dice.

El simbolismo de la Estatua de la Paz

La Estatua de la Paz no es solo una obra escultórica: está cargada de un simbolismo profundo que busca mantener viva la memoria de las víctimas. Fue diseñada en 2011 por los artistas coreanos Kim Seo-kyung y Kim Eun-sung, y cada detalle tiene un significado: el cabello cortado refleja una infancia interrumpida; el pájaro sobre el hombro simboliza la conexión entre generaciones; el puño cerrado expresa determinación; la sombra en el suelo representa el paso del tiempo; los pies descalzos revelan vulnerabilidad y resistencia; y la silla vacía invita a contemplar y acompañar el dolor.

Una escultura que ya es símbolo internacional

La primera Estatua de la Paz fue instalada en Seúl en 2011. Desde entonces, más de 42 réplicas se han colocado en ciudades como San Francisco, Nueva York, Berlín, Dresde, y en localidades de Australia, Canadá e Italia.

Recientemente, Buenos Aires se sumó a esta red simbólica, siendo la primera exhibición en América del Sur, según relató Dante Choi, presidente de la Asociación Civil de Coreanos en Argentina. La escultura no solo honra a las mujeres de consuelo, sino que también se ha convertido en un símbolo de paz, resiliencia y memoria para toda la humanidad.

Una carta para no olvidar

Junto a la escultura se ofrecía también una actividad reflexiva: escribirle una carta a la niña desde el presente. Si pudiera hacerlo, le diría que su historia cruzó el océano. Que, en este rincón del sur del mundo, su voz fue escuchada y su dignidad sigue viva.

Una memoria que construye libertad

Este homenaje cobra aún más sentido en 2025, año en que la República de Corea conmemora el 80.º aniversario de su liberación del dominio colonial japonés. Una fecha que no solo celebra la independencia nacional, sino también la lucha por la justicia histórica.

La memoria de las mujeres de consuelo es parte de esa historia. Porque no hay libertad plena sin verdad, ni futuro justo sin memoria.

Como reportera honoraria y como mujer, siento el compromiso de seguir visibilizando estas historias. El dolor no debe ser olvidado. La memoria es también una forma de reparación.

kimhyelin211@korea.kr

Este artículo fue escrito por una reportera honoraria de Korea.net. Nuestro grupo de reporteros honorarios es de todo el mundo y trabaja para compartir su afecto y entusiasmo hacia Corea.