Por Rodrigo Coronel
Embajador de Nicaragua en Corea
Estimado lector, comienzo esta historia no como una reflexión ni mucho menos como el análisis a profundidad de un destacado experto, sino como un simple recuerdo de mis sentimientos sin filtrar en un viaje de descubrimiento del alcohol tradicional coreano y la alegría de compartirlo con los amigos.
He estado en Corea por poco más de un año. Realmente he disfrutado de su paisaje, estilo de vida vibrante y cultura. Pero sobre todo, me ha enamorado su gente y su gastronomía, en especial el tradicional makgeolli, un vino de arroz lechoso.
Descubrí el makgeolli en una de mis muchas salidas a los paraísos gastronómicos conocidos como mercados tradicionales al aire libre. Filas de quioscos sin pretensiones, que en una inspección más cercana son asientos de primera fila en un "paraíso de comida de Seúl". Mientras devoro las infinitas variedades de sundae, panqueques de mariscos, arroz y kimchi y comida que calienta mi alma hasta la médula, me encontré con la necesidad de refrescarme.
Uno nunca puede equivocarse con la probada y conocida combinación de soju y cerveza. Ese día, sin embargo, me sentía aventurero. Mientras examinaba rápidamente mis opciones alcohólicas, mis ojos vieron una botella de plástico de lo que parecía ser un licor lechoso. Cuando lo vertí en una olla metálica de forma maravillosa, apareció una textura familiar pero única que encontré muchas veces en mi hogar en Nicaragua. Hice una pausa por un segundo, extasiado por la similitud de textura que tenía con la bebida nicaragüense llamada chicha, hecha del maíz. Mientras comenzaba lentamente a saborear su riqueza, mi mente fue golpeada con los recuerdos de mi hogar. Estimados lectores, el makgeolli era exactamente como la chicha, tanto en textura como en sabor. Literalmente fue amor al primer sorbo.
Mi primera prueba del vino lechoso abrió la puerta a mi infinita curiosidad por el alcohol coreano y todo lo que ofrece. Para mi deleite, descubrí que tiene numerosas variedades, de las cuales he probado 28: frutales, burbujeantes, artesanales con y sin poso, lechosos, blandos, suaves y de alto o bajo grado alcohólico. ¡Oh, me siento afortunado!.
Sin embargo, mi mejor descubrimiento no ha sido el makgeolli en sí, sino beberlo en compañía de los coreanos. Su cultura de la bebida, que va de la mano de la amistad, de compartir, de diversión y de alegría es un reflejo de la cultura del licor de Nicaragua. Qué sentimiento cálido y familiar compartir una bebida recién descubierta que amo con personas cuya cultura me hace sentir como en casa.