Por Jun Bong-Geun
Profesor adjunto de la Academia Nacional Diplomática de Corea
En la cumbre bilateral celebrada a finales de octubre en Gyeongju, provincia de Gyeongsangbuk-do, Corea y Estados Unidos acordaron ampliar y desarrollar sus relaciones hasta convertirlas en “una alianza estratégica integral y orientada al futuro”. Un resultado clave de estas conversaciones fue la aprobación por parte de Washington de la iniciativa de Seúl para construir sus propios submarinos de propulsión nuclear. El acuerdo final, recogido en una ficha de datos conjunta publicada el 14 de noviembre, dejó en claro la postura estadounidense, al señalar que “Estados Unidos ha dado su aprobación para que la República de Corea construya submarinos de ataque de propulsión nuclear. Estados Unidos trabajará estrechamente con Corea para avanzar en los requisitos de este proyecto de construcción naval, incluidas las vías para el suministro de combustible”.
Esto confirmó por primera vez en 20 años el apoyo estadounidense al proyecto de submarinos, sentando las bases políticas y diplomáticas para su avance. Sin embargo, esta iniciativa implicará enormes costos, un largo período de desarrollo y profundas implicaciones estratégicas. Por ello, el camino por delante dista mucho de ser sencillo. Sin una convicción firme sobre la necesidad y el propósito de estos submarinos, el proyecto podría enfrentarse a numerosos desafíos tanto dentro como fuera del país y perder su rumbo. Esta columna analiza por qué Corea necesita este tipo de submarinos y con qué objetivos.
En primer lugar, los submarinos nucleares constituyen un medio disuasorio no nuclear viable y eficaz frente a las amenazas nucleares y de misiles de Corea del Norte. Se estima que Pyeongyang posee entre 50 y 100 armas nucleares y ha asegurado diversos medios de lanzamiento, como misiles balísticos intercontinentales y lanzados desde submarinos, misiles de crucero estratégicos e hipersónicos, así como torpedos nucleares, al tiempo que desarrolla submarinos de propulsión nuclear capaces de portar misiles nucleares.
La Ley de Política de Fuerzas Nucleares del Norte, promulgada en 2022, estipula el uso arbitrario, preventivo y ofensivo de armas nucleares, lo que supone una amenaza existencial para la seguridad del pueblo de Corea. El líder norcoreano, Kim Jong Un, agravó recientemente esta amenaza al redefinir las relaciones intercoreanas, que pasaron de lazos fraternales a “una relación bilateral hostil”.
A pesar de las voces en Corea que abogan por dotarse de armas nucleares para contrarrestar la amenaza del Norte, la administración Lee en Seúl ha rechazado esta opción, citando la posición del país como “un Estado globalmente responsable” que da ejemplo de cumplimiento de las normas internacionales. Corea es una potencia comercial con una economía dependiente del exterior, algo que se vería destruido si optara por la nuclearización. Por ello, el objetivo debe ser maximizar una disuasión fuerte no nuclear y convencional. El país dispone de submarinos diésel avanzados y de propulsión independiente del aire, pero su capacidad para disuadir el uso de armas nucleares por parte de submarinos estratégicos del Norte se ve limitada por el tiempo de inmersión, el alcance y la carga de misiles.
Los submarinos nucleares son la única opción no nuclear de Corea capaz de permanecer sumergida durante meses sin repostar, lo que permite rastrear y atacar las embarcaciones submarinas del Norte. Proporcionan capacidad de ataque preventivo si un ataque nuclear es inminente y un medio de represalia mediante fuerzas supervivientes en caso de contingencia. Este papel refuerza significativamente dos de los tres ejes del sistema de defensa del país: el ataque preventivo, la defensa antimisiles y la represalia masiva. Por ello, estos submarinos constituyen un componente crucial de la disuasión no nuclear frente a Pyeongyang.
En segundo lugar, estos submarinos pueden elevar cualitativamente la estabilidad estratégica en la península coreana y en el noreste de Asia al reforzar la postura de disuasión y defensa vinculada a la alianza bilateral con Estados Unidos. Corea del Norte, China y Rusia han reforzado recientemente sus capacidades nucleares, de misiles y navales a gran velocidad, mientras que las fuerzas estadounidenses en la región se han mantenido relativamente estables. Si esta evolución altera el equilibrio de poder y la estructura de disuasión en la península y sus aguas circundantes, aumentará el riesgo de aventurerismo militar por parte de determinadas potencias. Los submarinos nucleares pueden llenar este vacío de poder en el marco de la alianza con Washington y de la cooperación trilateral con Estados Unidos y Japón, contribuyendo a restablecer y mantener el equilibrio y la estabilidad estratégica en la región.
Los escépticos advierten que la adquisición de estos submarinos a largo plazo podría conducir a una retirada de Estados Unidos de la alianza bilateral o a la nuclearización de Corea. Sin embargo, Corea del Norte, China y Rusia están reforzando rápidamente sus capacidades nucleares. El desfile militar del Día de la Victoria de China en octubre subrayó el fortalecimiento de la alianza entre Pyeongyang, Moscú y Beijing, lo que hace aún más importante una alianza Corea–Estados Unidos más sólida y una cooperación de seguridad trilateral entre Seúl, Washington y Tokio. Como ha reiterado la administración Lee, estos submarinos no están destinados a atacar a un país específico, sino a servir como un activo estratégico para garantizar la estabilidad regional mediante misiones defensivas y de disuasión dentro del marco de la cooperación de seguridad bilateral con Washington y la alianza trilateral con Tokio.
En tercer lugar, los submarinos constituyen un activo estratégico clave para reforzar la condición de Corea como una nación amante de la paz, una potencia media que apoya el orden liberal global y la sexta mayor potencia comercial del mundo, capaz de aportar bienes públicos a la paz y la seguridad internacionales. En la actualidad, el orden liberal tradicional se ha fragmentado debido a enfrentamientos militares y conflictos en zonas grises que se extienden por todo el mundo, junto con el auge de la piratería. En estas circunstancias, Seúl, como potencia media relevante, debe cumplir su misión de seguridad global para proteger tanto los intereses comunes de la comunidad internacional como sus propios intereses nacionales, salvaguardando las redes de transporte marítimo. Como potencia comercial carente de recursos naturales, la economía de Corea depende totalmente de dichas redes que conectan el mundo. Los submarinos, con su capacidad para operaciones de largo alcance, son por tanto una herramienta clave para la misión de seguridad internacional del país.
Los submarinos nucleares de Corea representan un ejemplo modélico de cumplimiento de los principios globales de no proliferación nuclear y de las normas internacionales, al utilizar uranio de bajo enriquecimiento como combustible. El país también solicitó a Estados Unidos el suministro de combustible nuclear para estos submarinos, dejando claramente establecida su postura de no realizar enriquecimiento militar dentro de Corea. Esto contrasta claramente con otros países no nucleares que asumen riesgos de proliferación al utilizar uranio altamente enriquecido para este tipo de submarinos o al enriquecer uranio por su cuenta.
En síntesis, la posesión de submarinos de propulsión nuclear por parte de Corea es una elección estratégica para emplear una “disuasión no nuclear” frente a la amenaza nuclear de Corea del Norte, reforzar la cooperación en materia de seguridad con Estados Unidos mediante funciones compartidas y contribuir a la seguridad internacional y marítima como potencia comercial media. Este es el camino más racional para que el país se consolide como una potencia media no nuclear responsable en un entorno de amenazas de seguridad complejas.
Jun Bong-Geun es profesor adjunto de la Academia Nacional de Defensa Diplomática de Corea y asesor del Centro de Estudios Geopolíticos de dicha institución. Está especializado desde hace muchos años en la península coreana, el programa nuclear de Corea del Norte, la seguridad internacional, la no proliferación y la política nuclear. También es presidente de la Sociedad Coreana de Política Nuclear.