El Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), uno de los tres organismos asesores del Comité del Patrimonio Mundial (WHC) de la Unesco, ha recomendado a Japón que refleje plenamente la historia de las minas y asegure las instalaciones necesarias para ayudar a los extranjeros a comprender su historia. La foto muestra un pozo subterráneo construido después de la era Meiji en la mina Aikawa de la isla, donde se extraían oro y plata. | Agencia de Noticias Yonhap
Por Yoon Sojung
Un organismo asesor de un comité de la Unesco recomendó a Japón que, en su solicitud para que la antigua mina de oro sea declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, asegure instalaciones para que los extranjeros puedan entender completamente la historia relacionada con las minas, incluida la historia de los trabajos forzados.
El Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS, por sus siglas en inglés), uno de los tres asesores del Comité del Patrimonio Mundial (WHC) de la Unesco, anunció el 8 de junio en su informe este resultado sobre las minas de Sado en Japón.
Existen cuatro tipos de decisiones para la solicitud de inscripción en el Patrimonio Mundial: inscribir, remitir, aplazar y no inscribir. Entre ellas, "remitir" significa una decisión que recomienda al país que presentó la solicitud que tome medidas complementarias sobre la misma.
En cuanto a las cuestiones planteadas por Corea sobre el intento de Japón de inscribir la mina de Sado como Patrimonio Mundial de la Unesco, el ICOMOS señaló que es necesario añadir toda la historia de las minas, incluidas las posteriores al Periodo Edo (1603-1868), para comprender plenamente el trasfondo histórico de las minas. También añadió que Japón necesita asegurar instalaciones para extranjeros en el sitio de las minas a fin de ayudar a la gente a entender correctamente el contexto.
En enero del año pasado, el Gobierno japonés presentó a la Unesco la solicitud para que la antigua mina de oro fuera declarada Patrimonio de la Humanidad, pero limitó la cronología específicamente a la era Edo, excluyendo la historia del dominio colonial japonés sobre Corea, cuando muchos coreanos y otras personas fueron movilizadas para realizar trabajos forzados.
Japón presentó su solicitud de inclusión de las minas de Sado, donde los coreanos eran obligados a trabajar, en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, pero no pasó la revisión por falta de documentos justificativos. Desde entonces, Tokio ha vuelto a intentar este año conseguir la inscripción de las minas.
A principios de 2015, el Gobierno japonés prometió al mundo que informaría sobre la historia de los coreanos y otras personas que fueron obligadas a trabajar en la isla de Hashima, también conocida como isla del Acorazado, a cambio de conseguir que la isla fuera incluida en la lista de Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, en 2020, el Gobierno japonés abrió el Centro de Información sobre el Patrimonio Industrial en Tokio para promocionar los lugares de la era Meiji, incluida Hashima, pero incluyó testimonios y documentos en las exposiciones que negaban la existencia de trabajos forzados en la isla.
El WHC tomará una decisión final sobre el registro de las minas de Sado en una reunión que se celebrará el 21 de julio de este año. El Ministerio de Asuntos Exteriores coreano declaró que seguirá colaborando con Japón en relación con este asunto.
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