El Centro Cultural Coreano en España ha presentado los cortometrajes ganadores de este concurso, destacando los tres primeros lugares.
El primer premio del concurso fue otorgado al cortometraje "KIMCHI", dirigido por Héctor Jenz.
El director utiliza hábilmente un reto de puesta en escena, combinando humor y referencias a la cultura coreana mediante el kimchi, que se convierte en el leitmotiv central del corto. El kimchi aparece en cada escena que ocurre cada vez que se abre la puerta del frigorífico, destacando la vida del protagonista.
Aitor se muda a un nuevo apartamento, y su vida es narrada desde el interior de su frigorífico, con el kimchi como elemento central. Este plato coreano simboliza sus conexiones con amigos, familia y relaciones amorosas. A través de encuentros y situaciones cotidianas, el kimchi refleja cómo Aitor se adapta a los cambios y desafíos en su vida. La historia resalta la influencia de la cultura coreana en su búsqueda de un nuevo comienzo.
El segundo premio del concurso fue otorgado al cortometraje "Alba y Jun", dirigido por Manuel Palenzuela Leon.
El corto aborda la incomunicación cultural e idiomática de manera sencilla, sin sentimentalismo, destacando el esfuerzo por superarla. El director rinde un claro tributo al cineasta coreano Hong Sangsoo, lo que establece un vínculo con la cultura coreana a través del estilo cinematográfico.
Jun, un joven coreano, está de vacaciones en Madrid y conoce a Alba, una chica española, a través de una app de citas. Aunque Jun apenas habla español, ambos intentan superar la barrera del idioma mientras recorren la ciudad. Descubren que la verdadera conexión va más allá de las palabras, y al final del día, ambos se llevan algo de la cultura del otro.
El tercer premio fue otorgado a "Son of Someone - Parte I", dirigido por Rodrigo Alonso Cuevas.
El cortometraje es descrito como un ensayo audiovisual que funciona como un poema triste sobre el duelo. La voz en off en coreano genera una atmósfera de extrañamiento, creando una disonancia con las imágenes, que no hacen referencia a Corea, lo que intensifica la sensación de incomprensión ante la pérdida y la necesidad de distanciamiento para reflexionar.
El protagonista, Julio, es un compositor de bandas sonoras que ha perdido a su esposa y comienza a verla en todas partes. En sus últimos días, escribe sus últimas palabras para dedicárselas a ella. La película hace uso de símbolos, como el número 9, que representa el final, y la música, que es su única forma de conexión con ella. El final es abierto, permitiendo la interpretación de si Julio continuó pensando en su esposa o decidió ir en su búsqueda.
El cortometraje fue escrito, dirigido y editado por Rodrigo Alonso, con el apoyo de un equipo de estilismo, maquillaje y música. Se agradece la colaboración de varias instituciones culturales.
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