Byung-Chul Han, filósofo surcoreano-alemán, ha sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025, en reconocimiento a su profunda influencia en el pensamiento contemporáneo y su capacidad para conectar con un público amplio, a pesar de la densidad y profundidad de sus ideas. Nacido en Seúl en 1959, Han comenzó su formación académica en Metalurgia, pero un accidente con productos químicos lo llevó a abandonar esa carrera y a dedicarse a la filosofía, que él mismo describe como otra forma de bricolaje, igualmente peligrosa.
A los 26 años se trasladó a Alemania para estudiar Literatura alemana en Friburgo y Teología en Múnich, doctorándose en 1994 con una tesis sobre Martin Heidegger. Desde entonces ha trabajado en diversas universidades alemanas, destacando su paso por la Universidad de las Artes de Berlín entre 2012 y 2017. Han se caracteriza por un estilo filosófico directo, breve y accesible, lo que lo ha convertido en un fenómeno editorial, aunque no exento de controversia: algunos lo tildan de superficial o "filósofo banal", mientras que otros lo consideran un brillante divulgador.
Su obra alcanzó gran notoriedad en 2010 con La sociedad del cansancio, donde analiza cómo la autoexigencia, la productividad constante y la aparente libertad han llevado al individuo a estados de agotamiento psicológico como el 'burnout' o la depresión. Han plantea que en el capitalismo neoliberal, la libertad individual es manipulada para servir al sistema, transformando al ser humano en agente de su propia explotación. En su crítica al progreso moderno, Han no busca una negación del avance, sino una nueva narrativa vital que recupere la contemplación, el ocio y la espiritualidad frente al frenesí productivo.
Una de las peculiaridades más llamativas de Han es su abierta confesión de fe católica. A pesar de vivir en una Europa cada vez más secularizada, defiende sin complejos su vínculo con la religión, que considera vital en su pensamiento filosófico. En obras como La vida contemplativa y Loa a la Tierra, mezcla misticismo, crítica cultural y reflexión ecológica, defendiendo que la crisis de la religión es, en esencia, una crisis de atención, producto de una sociedad hiperinformada pero incapaz de concentrarse o contemplar.
En sus textos, Han recupera valores como el amor, la belleza, la esperanza o la naturaleza, proponiendo una forma de vida alternativa que se opone al narcisismo contemporáneo y al optimismo artificial que domina la cultura actual. En su reciente obra El espíritu de la esperanza (2024), reflexiona sobre la necesidad de una esperanza auténtica, arraigada en lo trascendente, como antídoto frente a la ceguera del entusiasmo vacío que caracteriza a nuestra época.
Por todo ello, su pensamiento se presenta como un intento de reencantar el mundo desde una sensibilidad espiritual, crítica y humanista. Han no ofrece respuestas fáciles, sino una profunda provocación filosófica: ¿de qué sirve una libertad que nos esclaviza, una cultura que nos aliena o una fe en el progreso que nos deja agotados? Frente a eso, propone recuperar el silencio, la lentitud, el sentido y la espiritualidad como formas de resistencia.
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