El segundo programa de la Sinfónica Nacional de Washington (NSO) fue notable tanto por su duración como por la calidad de las interpretaciones. Presentó al pianista surcoreano Seong-Jin Cho como solista, debutante en el ciclo Ibermúsica. La velada comenzó con el arreglo para orquesta de cuerda de Alban Berg de su Suite lírica, dirigida por Noseda con atención a los detalles y pasajes líricos. La cuerda de la NSO respondió con entrega y buen empaste, destacando en momentos de pasión y evocación melancólica.
El concierto destacó con el Cuarto Concierto para piano y orquesta de Beethoven, considerado por muchos como la cima de sus conciertos y una obra personalmente significativa para el compositor. Se destacó la singularidad de la pieza, con el solista iniciando un diálogo íntimo que contrasta con la enérgica respuesta de la orquesta. Seong-Jin Cho, reconocido por su brillantez y premiado en el concurso Chopin en 2015, demostró una vez más su excepcional habilidad, con un sonido de alta calidad, dinámicas precisas y una madurez interpretativa impresionante para su edad.
La interpretación de Seong-Jin Cho en el concierto fue excepcional, con una intensidad y belleza indiscutibles desde el delicado inicio hasta el vibrante final. Demostró fantasía, personalidad y refinada elegancia en cada movimiento, manteniendo la fluidez y la intensidad en todo momento. El director Noseda acompañó con gran intensidad y logró el deseado contraste en el segundo tiempo. El éxito fue notable, y Cho ofreció un encantador bis con el movimiento final de la Sonata en mi menor de Haydn, destacando por su ligereza y vitalidad.
La segunda parte del concierto presentó la Sinfonía en do mayor D. 944 de Schubert, una obra de gran belleza y dificultad técnica que desafía a las orquestas y directores. Noseda abordó la pieza con energía, destacando el virtuosismo de la sección de cuerda y el brillo de la madera, especialmente en el movimiento Andante con moto. El Scherzo fue interpretado con vitalidad, aunque la repetición de la segunda parte fue omitida, como es común. El Allegro vivace final fue abordado con determinación y alto voltaje, sin el diminuendo prescrito por Schubert. La interpretación fue intensa y bien servida por la NSO. El estreno mundial de "Meditations on grace" del compositor Carlos Simon agregó un toque emotivo y religioso a la noche, seguido de una propina con la Obertura de "Las Bodas de Fígaro" de Mozart, interpretada con vitalidad. En resumen, fue un excelente concierto que cerró de manera brillante la visita de la NSO a Madrid.
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