Por la reportera honoraria de Korea.net, Milena Florencia de Bilbao de Argentina
Fotografías: Milena Florencia de Bilbao
9 de agosto de 2021
¿Qué es un instante en el tiempo? Al tratar de contestar esta pregunta, puede que aquello que busca definirse se escurra como agua entre los dedos. Es que lo único claro del instante es su fugacidad y su cualidad transformadora capaz de virar el curso de los acontecimientos.
La muestra de la artista Kim Yun Shin, que lleva el título “Chal-la, Ahora en este instante”, nos invita a conectar con esta noción a través del recorrido por tres salas que reflejan tres momentos de la vida de la artista. Si bien el contenido biográfico de la obra es importante, el contexto de referencia en el que se sitúa la exposición le aporta una cualidad visionaria.
En su libro “Formaciones de lo inconsciente”, Carl G. Jung definió el modo de crear visionario como aquel que sobrepasa el marco de lo biográfico al denotar elementos que surgen de la imaginería del inconsciente colectivo. La obra de Kim Yun Shin nos cuenta del instante en un contexto donde la pandemia dejó en evidencia cómo la historia puede virar de un momento a otro, en la fugacidad de un instante. Al poner de relieve esta noción, hace emerger al plano de la consciencia colectiva aquello no dicho: la noción transformadora del momento presente.
En lo que refiere a la muestra, la curadoría realizada por Cecilia Medina y Teresa R. Kim está constituida por la selección de 34 obras escultóricas y pictóricas que se presentan enmarcadas por tres instantes de la vida de la artista. Cada momento establece una cita de referencia que puede ser leída como intertexto, es decir, como una relación dialógica que aporta carga semántica a la exhibición.
Cada sala está acompañada de un título y una cita que hace de intertexto.
La primera sala de la muestra representa la infancia de la escultora y establece una relación dialógica con una cita del libro “El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry que hace referencia a las estrellas. Además, la cita es acompañada con un relato de la vida de la artista, donde cuenta su anhelo infantil de acercarse a estos centros energéticos que inundan la galaxia. En este caso, las alusiones generan una idea de vitalidad, de aspiración hacia el cielo. Al ingresar a la sala, el usuario puede encontrarse con una serie de obras escultóricas que, mediante sus llamativos colores, transmiten una idea de juego, de entusiasmo, de alegría inocente. Las formas de estas esculturas direccionan la obra hacia una verticalidad que hace alusión a la relación entre el cielo y la tierra.
Además, tienen una forma y una carga vital que transmiten la idea del tótem, este artilugio utilizado por chamanes y tribus antiguas para conectar con las fuerzas inefables de la naturaleza. La idea del vínculo entre el cielo y la tierra se completa con tres obras pictóricas donde podemos observar una gran carga de color. Dos de las obras, por sus colores y pintitas de luz, podrían hacer referencia a un cielo estrellado. La tercera obra, por su supremacía de verdes y naranjas, podría sugerir cierta idea de lo terrenal. De hecho, si uno se para a contemplar la sala desde el ángulo donde se ubica esta última obra, la sensación que se obtiene es la de estar mirando al cielo y sus innumerables constelaciones.
La primera sala hace alusión a la infancia de la artista.
La segunda sala de la exhibición se denomina Jardín del Cielo. Esta sala hace alusión a la llegada de la escultora a Buenos Aires, en un contexto de democracia luego de años de dictadura. La vitalidad y la idea de florecimiento aparecen mediante las formas de las esculturas, trabajadas en diferentes maderas autóctonas tales como el lapacho, el caldén, el algarrobo y el palo santo. El aspecto lúdico de estas piezas se complementa con la presencia de dos cuadros rebosantes de color que, junto a las esculturas, transmiten una sensación primaveral, de renacimiento. En algún punto, dan cuenta del instante vital en que Kim Yun Shin conectó con esta tierra a la que decidió mudarse. Las obras transmiten la noción de plenitud, de experimentación, de contacto con la naturaleza y los procesos naturales, instancias que requieren sí o sí de una conexión con el instante, con el plano del presente.
La segunda sala de la exposición se nombró Jardín del Cielo y hace referencia a la llegada de la artista a Buenos Aires.
La última sala completa el recorrido planteado por la curadoría. A diferencia de los otros espacios del recorrido, esta sala es la única ambientada en un entorno oscuro, de luces tenues, que resaltan las tres obras expuestas: una escultura y dos pinturas. La atmósfera de recogimiento que logra transmitir esta sala genera cierta sensación de introspección, de contacto con el mundo interno de la artista. Es una sala de alta carga espiritual, ya que en ella se hace evidente el valor simbólico del número 3, es decir, de la Trinidad. La única escultura, compuesta de tres austeros troncos apoyados sobre una base de madera, presenta el momento de la crucifixión. A su vez, la escultura es acompañada por dos pinturas; en una de ellas, dos lienzos componen un gran cuadro que transmite vitalidad, caos y movimiento a través de trazos y formas en colores naranjas y violetas. El otro cuadro propone una forma más constituida, más ordenada, con líneas blancas sobre un fondo verde que se disponen alrededor de un centro, como si se estuviera observando el interior de una flor. Podría pensarse que estas dos obras hacen alusión a aquellas fuerzas que alguna vez Nietzsche planteó como gobernadoras de las artes: lo apolíneo y lo dionisíaco. Caos y orden, luz y oscuridad, cielo y tierra.
Uno de los cuadros expuestos en la última sala del recorrido.
La totalidad de la exhibición transmite la vitalidad propia de aquellos que ponen el corazón en lo que hacen. La cualidad libre, alegre y espiritual de la artista inunda a quienes gozamos la experiencia de volvernos espectadores de su obra. Es una exhibición que, al direccionarse hacia el centro vital de quienes observan, permite un instante de conexión con la chispa o fuego interior.
La exhibición está abierta al público hasta el día 20 de agosto en el Centro Cultural Coreano en Argentina (Maipú 972). La entrada es gratuita y con turno, que se puede adquirir mediante el siguiente correo: info.centroculturalcoreano@gmail.com
kimhyelin211@korea.kr
* Este artículo fue escrito por una reportera honoraria de Korea.net. Nuestro grupo de reporteros honorarios es de todo el mundo y trabaja para compartir su afección y entusiasmo hacia Corea.