Reporteros Honorarios

17.08.2023

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Por la reportera honoraria Eliana Natalia Gissara de Argentina
Fotografías: Eliana Natalia Gissara


En octubre del año pasado decidí emprender un viaje sola a Corea del Sur, e incluí en el itinerario a Jeonju, una ciudad que está ubicada a poco menos de dos horas de Seúl en tren, y que está poblada por más de 600.000 habitantes.

Había leído que allí se encontraba una aldea tradicional con albergues del estilo hanok, muy bonitos y acogedores, así que con mi valija y un puñado de emociones me aventuré a dormir dos noches en un hanok. Aquí les cuento mi experiencia.



La reportera honoraria de Korea.net Eliana Natalia Gissara en un hanok, en la aldea tradicional de Jeonju.

La reportera honoraria de Korea.net Eliana Natalia Gissara en un hanok, en la aldea tradicional de Jeonju.


Muchos se preguntarán ¿qué es un hanok? Se trata de un estilo de construcción coreana muy antiguo, pensado en establecer una armonía con el ambiente. Podríamos decir que la madera es una de sus protagonistas: la vemos en vigas, en marcos, en puertas. Estas últimas suelen estar tapizadas por un tipo de papel muy resistente, capaz de aislar ruidos, olores y hasta el advenedizo clima.

Un elemento característico que definitivamente apacigua el frío invierno coreano es su sistema de calefacción denominado ondol. El calor que ofrece el ondol es maravilloso, ya que el piso se mantiene caliente. Es por eso que podemos estar cómodamente descalzos y dormir en el suelo sin sentir ni un ápice de frío.

Ahora sí, comencemos con mi relato. En la aldea tradicional de Jeonju se puede apreciar el empedrado en las calles, las veredas con pequeños cursos de agua transparente, esculturas de piedra y hasta áreas de descanso en algunas esquinas. Se respira paz. Se escuchan los pájaros. Se ven los cielos abiertos. La ciudad de Jeonju es un lugar especial para disfrutar de todas las maravillas de la naturaleza con los sentidos.


Cuando llegué a la entrada de mi hanok me encontré con un portón de madera, pesado y antiguo, el cual al abrirlo hizo un sonido chirriante. Ese detalle despertó en mí curiosidad por lo que vendría. Al ingresar, pude observar un área de césped marcado con un camino de piedras que conducía a los tres hanok que conformaban el albergue. Mis ojos se abrieron aún más ante tanta belleza. En eso apareció su dueño, un señor de unos cincuenta años, que me dio una cálida bienvenida. Me indicó cuál era mi habitación y la regla de oro: debía sacarme el calzado antes de subir los dos escalones que estaban delante de mi puerta. ¡Y qué puerta! Vigas finas de madera que dejaban entrever ese papel que mencioné anteriormente. Abrí el portal en dos y luego descubrí una segunda puerta, esta vez corrediza, que seguía el mismo estilo que la primera. Para los que no me conocen, soy amante de las puertas antiguas, así que ver este portón hizo que me deslumbrara ante tanta belleza.



En los hanok es usual dormir en el piso, usando una manta como base.

En los hanok es usual dormir en el piso, usando una manta como base.


Mi habitación era simple y modesta, como suelen ser estas construcciones. Un ambiente abierto, despojado, y sobre el costado una pequeña mesa de madera, por supuesto. En una esquina estaba apilado lo que sería mi colchón, que era como una especie de manta medio gruesa, una colcha para cobijarme y una almohada. Debo confesar que allí radicaba mi mayor temor. ¿Cómo iba a poder dormir sobre esa fina, muy fina colchoneta? ¿Qué diría mi espalda al respecto? Pronto lo develaría.

En la pieza había una puerta diminuta, que me conducía al baño, de estilo moderno, debo confesar que tenía que agacharme para poder pasar dicha puerta. De vuelta en la habitación, un espejo, un perchero en la pared, una lámpara en el techo y listo. Dejé mis cosas y comencé mi paseo para descubrir los encantos de Jeonju.

A mi regreso, me esperaban ansiosas la colchoneta, la sábana y la almohada. Pero antes… ¡El calor en el piso, qué delicia es sentir los pies calentitos! Y ni hablar al sentarse en el suelo… mis piernas enseguida lo agradecieron. Pasadas las diez de la noche, tendí mi cama y me acosté. No voy a negar que al principio me gustó la sensación de estar al ras del piso, sentir los músculos contra el suelo y estar "en modo recto", es decir, acostada boca arriba. Pero claro, con el correr de las horas mi cadera me empezó a avisar que no le simpatizaba estar apoyada de costado y mi mis huesos estaban en la misma sintonía. En cambio, mi cuello no se quejó en lo más mínimo; es más, creo que me lo agradeció. Y así pasé la noche, administrando las sensaciones de mi cuerpo que estaba acostumbrado al mobiliario occidental.

Por la mañana, abrí la doble puerta de mi pieza y salí a disfrutar del solecito matinal en el espacio común del hanok. El dueño me vio allí sentada y enseguida entablamos una conversación, me preguntó de dónde venía, qué lugares había visitado y por qué estaba en Corea del Sur. La charla se volvió muy agradable y comenzamos a compartir historias de nuestros países y de nuestra gente. Así es como le ofrecí una infusión que se usa mucho en Argentina, el mate cocido. Y él me convidó té de ginseng y café. También le mostré los billetes que se emplean en mi país y me pidió muy amablemente si le dejaba uno de recuerdo. No dude en dárselo. Me encanta que las personas tengan un pedacito de aquello que hay en mi casa, a miles y miles de kilómetros de distancia.

La segunda noche en el hanok fue más apacible. Ni un ruido, ni una ráfaga de viento, ni un reflejo de luz exterior. Aun así, mi espalda me confirmó que ya quería volver a sus resortes habituales.

Al amanecer, me despedí de mi nuevo amigo coreano, de mi hanok, de mi colchoneta, de mi sábana y de mi almohada, y les agradecí por la cálida estadía que me brindaron en Jeonju.

Porque aunque no me acostumbre del todo, pienso que viajamos para conocer, para experimentar, para vivir.


shong9412@korea.kr

* Este artículo fue escrito por una reportera honoraria de Korea.net. Nuestro grupo de reporteros honorarios es de todo el mundo y trabaja para compartir su afección y entusiasmo hacia Corea