Reporteros Honorarios

20.06.2025

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Por la reportera honoraria Leyali Zeraoui Sánchez de México

Fotografías: Leyali Zeraoui Sánchez

Memorial de 'Los dos hermanos' en los jardines del Centro Conmemorativo de la Guerra.

Memorial de 'Los dos hermanos' en los jardines del Centro Conmemorativo de la Guerra.



El valor de la memoria: mi experiencia en el Centro Conmemorativo de la Guerra de Corea

El 6 de junio se conmemora en Corea el Día de los Caídos, una fecha profundamente significativa en la que el país rinde homenaje a los soldados y civiles que perdieron la vida sirviendo a la nación. Ya sea durante la Guerra de Corea (1950–1953), en la lucha por la independencia frente a la ocupación japonesa (1910–1945), o en otras causas patrióticas, este día es un acto colectivo de recuerdo y gratitud. Instituido oficialmente en 1956, este día no solo rememora el sacrificio de los caídos, sino que refuerza el sentido de unidad nacional.

A las 10:00 a.m., una sirena detiene al país por un minuto de silencio. Las banderas ondean a media asta. Las flores, los museos y los cementerios se llenan de visitantes. Corea no se detiene, pero se inclina en silencio ante su historia. Y fue en medio de ese silencio colectivo donde comprendí lo profundo que es el valor de la memoria para el pueblo coreano: no solo como una forma de duelo, sino como un puente entre el pasado y el presente, y una expresión sincera de agradecimiento.

Durante los meses que viví en Seúl, uno de mis mayores placeres fue visitar museos. Cada espacio que recorría me recordaba que la historia no está muerta: vive en los objetos, en las palabras, en las imágenes y en las emociones que despierta en quienes la observamos con respeto. Uno de los lugares más conmovedores fue el Centro Conmemorativo de la Guerra de Corea, un sitio que honra la memoria de los caídos en guerra, pero también exalta la solidaridad internacional.

Para mí, visitar museos es una manera de honrar la historia viva; son puentes entre generaciones y culturas. En cada sala, en cada exposición, noté algo que me tocó especialmente: Corea no olvida agradecer a los países que ayudaron a su liberación. En placas, banderas y textos, se reconoce la participación internacional en la Guerra de Corea bajo el mando de la ONU.

Lo que me conmovió especialmente fue ver, en varias exposiciones y placas, un reconocimiento explícito a los países que apoyaron. Entre esos países están México —mi país natal—, Argelia —la tierra de mi familia paterna— y Países Bajos, donde viví varios años. Corea recuerda, agradece y honra, incluso generaciones después. Y eso me pareció profundamente bello.

Y sí, Argelia participó, pero no con su nombre, ya que en ese entonces no era aún un país independiente, muchos argelinos participaron como soldados dentro del Ejército francés. Ese detalle me tocó el corazón: ver la bandera francesa me hizo pensar en esas historias invisibles, en los soldados argelinos que, sin representar oficialmente a su patria, cruzaron el mundo para combatir en una guerra ajena pero humana. Como hija de una familia argelina, fue un momento simbólico y profundamente emotivo.

Aunque México como nación no envió tropas oficialmente, más de 100.000 soldados mexicanos y mexicoestadounidenses participaron en el conflicto bajo la bandera de las Naciones Unidas, enrolados en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Muchos de estos jóvenes se encontraban ya en Estados Unidos al estallar la guerra; otros cruzaron la frontera como voluntarios.

Hoy existe incluso una Asociación de Mexicanos Veteranos en la Guerra de Corea, un hecho poco conocido, pero profundamente simbólico. Así que, aunque mis dos naciones —México y Argelia— no participaron como Estados, sí estuvieron presentes en el frente de batalla, no por decisiones gubernamentales, sino por los caminos cruzados de la historia y sus efectos colaterales.

Together Road y lo único que encontré sobre México en el centro conmemorativo

Together Road y lo único que encontré sobre México en el centro conmemorativo



Y eso es justamente lo que me deja esta visita y esta fecha: que la memoria no es una línea recta, sino un mapa complejo de conexiones humanas. Este reconocimiento de la ayuda internacional es un aspecto fundamental en la memoria colectiva coreana. En muchos museos y memoriales, como el Centro Conmemorativo de la Guerra de Corea, se destacan con respeto los países que participaron en la liberación y defensa de Corea, mostrando sus banderas y nombres en homenaje a su sacrificio y solidaridad.

Para mí, como alguien con raíces mexicanas y argelinas, y que vivió varios años en Países Bajos, esta conexión adquiere un significado especial. Visitar estos espacios de memoria en Corea no solo me permitió entender la historia viva de un país que admiro, sino también reconocer cómo mis propias nacionalidades y experiencias internacionales están entrelazadas con esta gran historia de cooperación y resistencia.

Este artículo nace de esa experiencia: de recorrer museos en silencio, de leer nombres y fechas, de ver banderas que se cruzaron en momentos clave, y de entender que la memoria no es solo un acto del pasado, sino un compromiso con el presente.

El Centro Conmemorativo de la Guerra de Corea: un puente entre el pasado y la conciencia colectiva

Durante mi estancia en Seúl, uno de los lugares que más me conmovió fue el Centro Conmemorativo de la Guerra de Corea, ubicado en Yongsan-gu, Seúl. Este museo fue inaugurado en 1994 en el antiguo cuartel general del Ejército coreano. Su objetivo no es glorificar la guerra, sino preservar la memoria de quienes dieron su vida por la paz y la libertad en Corea, especialmente durante la Guerra de Corea (1950–1953), aunque también abarca otros conflictos en la historia de la península.

A simple vista, parece otro museo militar, pero al cruzar sus puertas entendí que no es un lugar para glorificar la guerra, sino para honrar la memoria de quienes lucharon por la libertad de Corea, y para reflexionar sobre el dolor y la esperanza que dejó el conflicto. Con salas que presentan objetos personales de soldados, recreaciones de batallas, y testimonios reales que te estremecen.

El museo cuenta con varias salas temáticas, entre las que destacan:

La sala de los aliados, donde se rinde homenaje a los países que participaron o apoyaron a Corea bajo el mando de la ONU. Aquí puedes ver los nombres de los soldados caídos, las banderas, y mensajes de agradecimiento que aún hoy conmueven profundamente.

La zona exterior, que exhibe tanques, aviones de combate, barcos y helicópteros usados durante el conflicto, así como el Monumento a los Caídos, una escultura en forma de ala que simboliza la protección y la memoria eterna. Esto realmente es de las cosas que más me impacto visitar, ya que estos medios de transporte son realmente impactantes.

Uno de mis lugares favoritos fue el "Together Road" (Camino Juntos), que consiste en unos bloques que están en la fuente, y puedes cruzar al otro lado, eso sí debes ir con cuidado, para no caerte al agua. Este camino simboliza la solidaridad internacional, y el estar ahí admirando la belleza de la naturaleza, viendo a las familias coreanas pasar el rato juntos, se me hizo mágico.

Una sección especialmente conmovedora es el "Memorial Hall", donde el ambiente cambia: iluminación tenue, música solemne, y una llama eterna en honor a los soldados y civiles que perdieron la vida. El ambiente es silencioso, introspectivo. Muchos coreanos dejan flores, cartas o simplemente se quedan en silencio, recordando. Me quedé allí, pensando en cómo Corea no olvida. Cómo agradece. Y cómo, de alguna manera, ese agradecimiento también me incluye, porque me ha enseñado a honrar la memoria y los lazos que nos unen como humanidad.

Pero fue al ver el espacio dedicado a Países Bajos que sentí una conexión aún más íntima. Viví en los Países Bajos, y lo considero mi tercer hogar. Saber que más de 5,000 soldados neerlandeses lucharon en la península coreana, como parte de la Fuerza Expedicionaria Neerlandesa dentro del Batallón de la ONU, me llenó de una emoción difícil de describir. Muchos de ellos nunca regresaron a casa, y hoy, sus nombres están grabados en los muros del Memorial, pero también en los corazones coreanos.

Memoriales a los Paises Bajos que encontré en el centro conmemorativo

Memoriales a los Países Bajos que encontré en el centro conmemorativo



En la ciudad de Gapyeong, por ejemplo, hay un monumento en honor a la participación neerlandesa, así como uno para cada nación que luchó. También en Busan, el Cementerio de las Naciones Unidas conserva tumbas y monumentos dedicados a estos países, incluidos los Países Bajos, y es uno de los pocos lugares en el mundo donde se honra a soldados extranjeros caídos con tal solemnidad.

Este Día de la Memoria, comprendí que Corea no olvida. Que recuerda con fuerza, con solemnidad y con cariño. Que la historia de lucha no se encierra en museos, sino que vive en los gestos cotidianos de respeto y en la voluntad de construir paz duradera.

Memorias que cruzan fronteras

Visitar Corea y recorrer sus museos fue mucho más que un simple viaje: fue una inmersión en la historia viva, en la gratitud y en el valor de la memoria colectiva. En muchos espacios culturales de Corea, no solo se narra el pasado, sino que se honra con respeto a quienes colaboraron en la construcción de su presente. Esa constante expresión de agradecimiento me hizo pensar en cómo el sufrimiento compartido puede tender puentes entre naciones, y cómo el recordar también es un acto de humanidad.

El Centro Conmemorativo de la Guerra de Corea, en particular, no solo ofrece datos y objetos; ofrece una experiencia profunda de introspección. Caminar por sus salas es comprender que la paz que hoy se respira en Corea es fruto de alianzas, de esfuerzos conjuntos, de vidas entregadas desde muchos rincones del mundo. Es un recordatorio de que la historia no pertenece únicamente a quienes la vivieron, sino también a quienes deciden mantenerla viva.

Este día no es solo para recordar a quienes cayeron, sino para agradecer lo que su sacrificio hizo posible. Es una invitación a valorar la paz como un proyecto en construcción continua, y a creer en un futuro donde la empatía y la memoria nos sigan uniendo más allá de fronteras.
Porque Corea no es solo K-pop o K-dramas: es también resiliencia, reconstrucción y una profunda conciencia histórica de la que todos podemos aprender. Y espacios como este museo nos invitan justamente a eso: a mirar atrás con respeto, para avanzar con esperanza.

Recreación a escala de un barco antiguo

Recreación a escala del Geobukseon, o Barco Tortuga, una galera desarrollada en Corea en el siglo XVI.



kimhyelin211@korea.kr

Este artículo fue escrito por una reportera honoraria de Korea.net. Nuestro grupo de reporteros honorarios es de todo el mundo y trabaja para compartir su afecto y entusiasmo hacia Corea.