Por Yang Keeho
Profesor de estudios japoneses de la Universidad de SungkonghoeDespués de la normalización de las relaciones diplomáticas de Corea y Japón, la relación bilateral nunca ha sido tan mala como ahora. El gobierno japonés no solo está restringiendo las exportaciones a Corea sino también está amenazando que eliminaría a Corea de la lista blanca. Estas represalias injustas de Japón se contraponen a la declaración enfatizada por el primer ministro Shinzo Abe durante la cumbre del G20 en Osaka, de que fortalecería el sistema del comercio “libre, justo y no discriminatorio”. El libre comercio, que es el elemento central de la estructura de posguerra, ha sido la base de la prosperidad económica de Japón y de Corea. Según la Organización Mundial del Comercio (OMC) el año pasado Japón y Corea fueron respectivamente el cuarto y el sexto país del mundo con mayor exportación. El comercio del año pasado entre Japón y Corea alcanzó unos 85 mil millones de doláres, la cantidad que supera el comercio entre Inglaterra y Francia. Además, el déficit acumulado de la balanza comercial de Corea con Japón está llegando casi 600 mil millones de doláres. Si consideramos esto, sabemos que las restricciones injustas de Japón están perjudicando los principios del libre comercio y que son irrazonables.
Además estas restricciones se tratan de una acción inmoral. Japón no está comprendiendo el dolor de las víctimas que fueron explotadas cuando eran menores de edad y que han vivido luchando contra las compañías japonesas y el gobierno japonés durante 20 años. En enero o febrero del próximo año el tribunal decidirá finalmente autorizar o no la venta de los activos de las compañías japonesas en Corea. Aunque el gobierno japonés justifica su posición diciendo que debería proteger a las compañías nacionales, estas empresas que están ubicadas en Corea realmente nunca han sufrido daños hasta la fecha. Tomar represalias económicas a Corea, que es “el vecino más importante con el que comparte beneficios estratégicos”, es una medida sumamente equivocada.
Como medida adicional de las represalias, Japón está promoviendo la exclusión de Corea desde la lista blanca, un tratamiento preferencial que permite mínimas restricciones comerciales a los países amistosos, realizado desde 2004. Su pretexto es que Corea no ha cumplido los regímenes de control de exportaciones hacia Corea del Norte. Sin embargo, Corea ha seguido la determinación de las sanciones contra Corea del Norte del Consejo de Seguridad de la ONU y ha cumplido rigurosamente los regímenes de control de exportaciones de materiales estratégicos, más que Japón. El 12 de julio, Corea propuso a Japón realizar una investigación internacional a través de las Naciones Unidas u otra organización apropiada sobre las exportaciones de Corea del Sur al Norte, cuestionadas por Japón. Sin embargo, Japón no ha respondido nada a la propuesta.
Para resolver el conflicto bilateral, Corea y Japón primeramente deben ponerse de acuerdo sobre el asunto de la indemnización a los trabajadores forzados que es el tema más polémico de la disputa. En el acuerdo de reclamaciones de 1965 Corea y Japón llegaron a aclarar si la anexión coaccionada de Japón a Corea en 1910 fuera legal o ilegal. El veredicto de la Corte Suprema de Corea en octubre del año pasado se dio reconociendo la ilegalidad de la anexión, en cambio, el gobierno japonés sigue insistiendo en que la anexión fue una acción legal bajo la ley internacional. Aunque se forme un comité de arbitraje, es muy probable que acabe en ruptura por no poder llegar a un acuerdo sobre la ilegalidad de la anexión. Encima Japón está proponiendo crear el comité de arbitraje sin indicar ningún tema específico para discutir en el comité.
Si se lo consulta en el Corte Internacional de Justicia, tardaría mínimo 3 años para tener el resultado. Mientras tanto las víctimas que son mayores de 90 años, podrán fallecer. Hasta febreo del año pasado había 5.200 sobrevivientes y puede que tres años después sean unas cientas personas no más. Por lo tanto será una resolución inhumana, además será demasiada presión financiera para ambos países. Deberán gastar más de decenas de miles de millones de dólares para traducir los datos necesarios al inglés y contratar a los abogados especializados en la ley internacional. Mientras se preparan todos los datos necesarios la tensión bilateral aumentará aún más. Sea como sea el resultado el país que pierde en el caso recibirá un golpe grave.
Por lo tanto los dos tienen que respetar el veredicto del poder judicial de Corea y tienen que encontrar una resolución entre ellos mismos. Hasta ahora sus posiciones se han contrapuesto, sin embargo si ambos piensan no encargar el asunto al corte internacional, encontrar una resolución a través del acuerdo bilateral será más eficaz. Primeramente se necesita un proceso de concretar la propuesta de Corea del 19 de junio. Corea debe establecer una base administrativa entre las víctimas que han presentado la demanda durante estos últimos 20 años y las compañías que fueron beneficiadas por la compensación de Japón, como POSCO. También Corea y Japón deben intentar mejorar la relación bilateral y finalmente la resolución tiene que incluir el pago a las víctimas de trabajo forzado.
Para superar esta disputa a través de una cooperación se necesita un esfuerzo de ambos países. Japón tiene que dejar de repetir su argumento de que las negociaciones se acabaron en 1965. Las víctimas están esperando la disculpa oficial y la indemnización del gobierno japonés y de las compañías japonesas. Estas empresas japonesas tienen que participar en el fondo conjunto de Corea y Japón, y el gobierno japonés tiene que pedir una disculpa clara e indemnizar a los trabajaodres forzados coreanos. Ahora es la hora en que los gobiernos, líderes y pueblos de ambos países deben mostrar una posición objetiva y estricta.
Traducido por Song Baleun, redactora de Korea.net