Por Yang Keeho
Profesor de Estudios Japoneses en la Universidad Sungkonghoe
Luego de que el Primer Ministro japonés Shinzo Abe anunciara el mes pasado su resignación por problemas de salud, el actual secretario jefe del gabinete japonés, Yoshihide Suga, es la persona con mayores probabilidades de convertirse en el próximo líder de Japón. En una entrevista con el periódico japonés "Sankei Shimbun" el pasado 6 de septiembre, Suga dijo que "la base de las relaciones entre Corea y Japón es el Tratado de Relaciones Básicas entre Japón y la República de Corea firmado en 1965". Por ende, implicó que incluso con un cambio de Primer Ministro, los lazos bilaterales y la posición de Tokio no cambiarán.
Se espera que Suga se concentre en construir la confianza entre él y el nuevo presidente de EE. UU, quien será votado en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre. Esto también sugiere lo difícil que será la mejora de las relaciones entre Corea y Japón. Dadas las circunstancias, a pesar de que Japón tenga un nuevo líder político, Corea podría no recibir ningún beneficio estratégico desde la perspectiva gubernamental. Esto se debe a que actualmente ambos países tienen posiciones diferentes en temas claves como Corea del Norte, las "mujeres de confort" -término usado para referirse a las mujeres que fueron obligadas a servir como esclavas sexuales para las tropas japoneses durante la II Guerra Mundial- o la movilización de los coreanos antes de y durante la Guerra, para realizar trabajos forzados.
Conflicto bilateral y búsqueda de soluciones
Otro gran tema de disputa es de las indemnizaciones para los coreanos víctimas del trabajo forzado por parte de Japón antes de y durante la Guerra. Una de las compañías japoneses que explotó a los coreanos se ha negado a pagar compensaciones individuales, por lo que después del 4 de agosto -día en que ese vencía la notificación pública sobre la sentencia judicial de la corte coreana- el sistema judicial coreano procederá a embargar los activos de dicha compañía que estén registrados en Corea, para usarlos para pagar las indemnizaciones. Si Seúl y Tokio no logran llegar a una solución diplomática, y el embargo de los activos llega a ejecutarse, ambos países enfrentarán muchas desventajas. Otra de las trabas para la mejora de la relación bilateral incluyen las restricciones comerciales que Japón impuso a Corea, así como el futuro del Acuerdo de Información Militar y Seguridad entre ambas naciones. Para evitar una catástrofe, se necesita un enfoque sabio y sensible.
Primero, Tokio debe debe aceptar las propuestas racionales que Seúl ha ofrecido respecto al tema del trabajo forzado. Luego del veredicto de la Corte Suprema de Corea, la propuesta sugiere que después de que la compañía japonesa entregue las indemnizaciones a los ciudadanos coreanos, tanto el gobierno como las compañías de Corea se harán responsables por las pérdidas monetarias. Esta propuesta asegura a la vez la implementación del veredicto de la Corte Suprema de Corea, a la vez que protege a las compañías japonesas de incurrir en pérdidas sustanciales. Esta propuesta puede verse como una manera racional de satisfacer los intereses prácticos de ambos países. Además, puede servir para satisfacer el pedido de Japón de que sus compañías no incurran en un daño económico considerable. Otro plan es crear un fondo de compensación en el que el gobierno coreano participaría, para responder a futuras demandas adicionales que puedan presentarse en Corea, en caso de que los veredictos sean a favor de las víctimas.
Segundamente, el gobierno coreano necesita políticas más agresivas para ayudar a los coreanos que fueron víctimas del trabajo forzado por parte de Japón. El gobierno coreano debe formar una organización de diálogo social que incluye a las víctimas para buscar soluciones por medio de la participación en procesos de investigación, y que brinden remembranza y de tributo, así como de medidas compensatorias. Este proceso debe incluir no sólo a las víctimas coreanas de trabajo forzado, sino también a las "mujeres de confort", a los coreanos movilizados a la fuerza a las Islas Sajalín, y a las víctimas de los bombardeos atómicos en Japón.
Necesidad de ampliar la comprensión mutua
Para conmemorar el 55º aniversario del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre Corea y Japón este año, ambos países deben avanzar en sus lazos oficiales, la diplomacia pública y los intercambios privados para estrechar las diferencias que puedan existir entre los gobiernos y los ciudadanos de cada país. Esto es especialmente crucial para lograr abordar temas como las políticas para Corea del Norte y el tema de las "mujeres de confort" y las víctimas de trabajo forzado. Los dos países deben ser tolerantes y pacientes, poniéndose cada uno en los zapatos del otro para que puedan llevar a cabo conversaciones amigables y lograr una buena comunicación para cada uno de estos asuntos.
Respecto a las políticas para con Corea del Norte, los surcoreanos deben entender que el pueblo japonés ha sido el único del mundo en sufrir un bombardeo atómico, y por ello se siente especialmente intimidado por el programa nuclear y de misiles de Corea del Norte, además de que son susceptibles respecto al tema del secuestro de ciudadanos japoneses por parte de Corea del Norte. Por el otro lado, los japoneses también deben entender que la administración del presidente Moon Jae-in, y los surcoreanos, son los únicos que viven en un país que está dividido, y que se han dedicado a la búsqueda de la paz en la Península Coreana, a la vez que buscan de manera gradual la desnuclearización.
En el tema de la historia, y sucesos relacionados, los japoneses deben comprender que en Corea existe una clara separación entre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, y que por ello el veredicto de la Corte Suprema es de acatamiento obligatorio, y a la vez los ciudadanos tiene derecho a buscar compensación de manera individual, algo que han hecho durante los 20 últimos años, así como el hecho de que existe una plétora de diferentes opiniones dentro de Corea, enmarcados en el carácter democrático del país.
Los conflictos de Corea y Japón por los temas históricos no deberían extenderse al resto del Noreste Asiático, cuya atmósfera política en general ya se encuentra en una situación grave. Los resultados de las elecciones presidenciales de EE. UU. en noviembre traerán grandes consecuencias tanto para Corea como para Japón. Sin importar quién sea el ganador de la contienda electoral estadounidense, los riesgos relacionados con China seguirán presentes, y el conflicto sino-estadounidense podría empeorar. Si este fuera el caso, tanto Corea como Japón deberían sobrellevar una enorme carga en los planos político, económico y de seguridad nacional.
Por esta razón, una cumbre trilateral entre Corea, China y Japón propuesta para finales de noviembre en Corea ofrece una enorme oportunidad diplomática para la cooperación. Las tres naciones discutirán, y posiblemente acordarán sobre temas como el apoyo de los líderes nacionales de cada país para los Juegos Olímpicos de Tokio el próximo año, y los JJ.OO. de invierno de Pekín de 2022, la resolución pacífica de las relaciones intercoreanas, la cooperación trilateral en la lucha contra el COVID-19, la formación de procedimientos expeditos para los negocios y la investigación por parte de personas de los tres países y la aceleración de la cooperación económica por medio de la firma de un tratado de libre comercio (TLC) entre los tres países. Por ello, es posible que una agenda con variedad de acuerdos traiga consigo beneficios mutuos.
El destacado historiador y escritor israelí Yuval Noah Harari dijo: "Debemos tener presente que actualmente nos encontramos no sólo ante una crisis de salud, sino también ante una crisis política" a la vez que mencionó que el COVID-19 ha causado un caos en la política, la economía, la sociedad y la cultura de todos los países, resultando así en un gran desafío para la humanidad. La fortaleza de Corea se basa en su capacidad cívica y en la solidaridad social, no en una supervisión totalitaria. Japón comparte junto con Corea los beneficios de la democracia, y de una economía de mercado. Tomando en consideración estos méritos, ambas naciones deben cooperar y compartir estrategias sobre asuntos claves como el COVID-19 y el conflicto sino-estadounidense. Tanto Seúl como Tokio deben buscar una estructura de cooperación global para que los resultados de la cooperación bilateral sirvan como una válvula de seguridad política y diplomática en medio de la inseguridad en la geopolítica en el Noreste Asiático.
El profesor Yang enseña Estudios Japoneses en la Universidad Sungkonghoe en Seúl.
Traducido por el Elías Molina, redactor de Korea.net