Reporteros Honorarios

08.11.2022

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Por la reportera honoraria Dayviana Díaz de Cuba

Fotografías: Captura de pantalla de la transmisión de YTN

Del 29 de septiembre al 2 de octubre, la televisora surcoreana YTN emitió el documental "El sueño de la diáspora coreana", para conmemorar el 120º aniversario de las primeras migraciones coreanas hacia las diferentes zonas de América. El material se compone de cuatro episodios que inician desde la salida de los coreanos del puerto de Jemulpo (actual Incheon) hasta el establecimiento de una comunidad en el archipiélago de Hawái, México y Cuba.

Durante hora y media se expone la historia de aquel pueblo coreano que un siglo antes partió hacia tierras desconocidas, enfrentando dificultades y discriminación, pero aun así logró preservar su identidad cultural, para que hoy en día sus descendientes conserven sus raíces y sientan orgullosos de pertenecer a esa tierra.

Como bien se explica en el documental, la diáspora coreana está compuesta por 7,5 millones de personas que se encuentran diseminadas por todo el mundo. La expresión diáspora implica la dispersión de grupos étnicos o religiosos que han abandonado su lugar de procedencia original y que se encuentran repartidos por el mundo, viviendo entre personas que no son de su mismo origen o condición.


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En Hawái los inmigrantes formaron sus propios grupos para apoyarse, crearon escuelas para preservar el idioma y la escritura del hangeul, publicaron periódicos y desarrollaron iglesias para su comunidad.


Trabajo en los campos de azúcar: migración hacia Hawái

La principal razón de las primeras migraciones de los coreanos fuera de Asia era huir de la pobreza que plagaba a Joseon en el siglo XIX. Aunque ya era común migrar hacia regiones cercanas como Rusia y China, en 1902 algunos coreanos empiezan a migrar hacia Hawái y Estados Unidos para trabajar en la caña de azúcar.

Después de su llegada, los coreanos comenzaron sus vidas como trabajadores inmigrantes en los campos de caña bajo el sol abrazador. Aun así, batallaron en esta tierra extrajera donde todo era desconocido, superando dificultades y logrando establecerse.

Siendo emigrantes sin posibilidad de mezclarse con la población local, durante este periodo se creó el concepto de "novia de foto", donde entre 600 a 1.000 jóvenes, después de intercambiar fotografías vía correspondencia, fueron enviadas a Hawái para desposarse con hombres coreanos que habían emigrado en el periodo de 1910-1924, para así ayudar a perpetuar la unidad más básica de la sociedad, las familias coreanas.

Después de concluir su contrato laboral (1903-1905) muchos regresaron a Corea y otros emigraron a San Francisco, en la región continental de Estados Unidos. En ambos lugares establecieron movimientos de independencia, en contra de la colonización de Corea por Japón y lograron recaudar cerca de 350.000 dólares de la época antes y después del Movimiento del 1º de Marzo.


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En México, los trabajadores coreanos, aunque bajo un contrato de trabajo, eran tratados como esclavos, y si incumplían con su cuota de 3.000 hojas al día, podían ser azotados o encarcelados si trataban de huir.


Historias del henequén: destino México

El primer país de América Latina al que emigró el pueblo coreano fue México, un lugar donde los inmigrantes perdieron su patria y se convirtieron en miserables extraños. Es aquí donde también el henequén comenzó a formar parte de la historia de la diáspora coreana en el nuevo mundo.

El oro verde, como también era llamado, se utilizaba como materia prima para hacer cuerdas para barcos y sacos para la agricultura. 1.031 coreanos partieron desde Inchoen y llegaron el 5 de mayo de 1905 a Salinas Cruz en México. De este lugar se dirigieron a Puerto Progreso y finalmente llegaron a Mérida, ubicada en el sureste de la península de Yucatán.

Allí fueron llevados a trabajar en plantaciones como mano de obra barata, donde se enfrentaron al sol ardiente, los henequenes salvajes y a los plantadores españoles. Esta migración fue diferente a la de Hawái, ya que fue la primera y la última.

Abandonados a su suerte, no pudieron ser apoyados por el Imperio Coreano, ya que con el Tratado del Protectorado de Eulsa, Corea perdió sus derechos diplomáticos para poder tomar partido en la situación de los inmigrantes en México.

Sin dinero y sin recursos, después de culminar su periodo de contrato en 1909, ya no pudieron regresar, en especial cuando su país había perdido su independencia y soberanía.


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La familia de Im CheonTaek y sus hijos lograron reorganizar la comunidad coreana en Cuba con el objetivo de preservar su cultura para las futuras generaciones.


De vuelta a lo conocido: viaje a Cuba

Por su parte, aunque Cuba no tiene relaciones diplomáticas con Corea del Sur, es un país que ha hecho parte de la historia de la diáspora coreana.

Después de años infernales de hambre, engaño y saqueo en México, los coreanos se enteraron del reclutamiento de mano de obra para trabajar en la caña de azúcar en Cuba, debido a la alta demanda del producto durante la Primera Guerra Mundial. Fue entonces cuando 288 coreanos parten hacia el país vecino y finalmente llegan el 25 de marzo de 1921 a Puerto Manatí, en la provincia de Las Tunas.

Como consecuencia de la guerra, los precios de la azúcar caen y los inmigrantes no tienen más remedio que volver a trabajar con el henequén, motivo por el cual se dispersan desde el oriente hacia otras regiones de la isla, asentándose en la ciudad de Matanzas bajo un contrato de trabajo, formando así una comunidad en la finca "El Bolo".  Con el transcurso del tiempo, establecen una escuela para enseñar tanto el idioma coreano como la cultura tradicional coreana. Asimismo, crean iglesias y asociaciones coreanas. Sin embargo, después de la venta de la finca en 1944, los inmigrantes coreanos deciden trasladarse hacia La Habana y Cárdenas.

Alguien que no se puede dejar de mencionar en la historia de los coreanos cubanos es el activista independentista Im CheonTaek, quien viajó de Corea a México con tres años, trabajó en el henequén y en 1921 emigró a Cuba para volver a trabajar en el henequén.

En medio de una difícil situación, creó la Asociación Nacional Coreana y las Tropas Patrióticas Femeninas con el propósito de recaudar fondos para el movimiento independentista, recaudando entre 1937 y 1945 un monto de 10.000 millones de wones.

Su hijo, Gerónimo Lim Kim, llegó a altos puestos en la isla como Ministro de Industrias y cumplió sus sueños de publicar un libro sobre la historia de los coreanos en Cuba, reorganizar la comunidad y establecer una escuela de idioma coreano.



En Cuba los descendientes coreano-cubanos preservan sus tradiciones mediante la creación de asociaciones y centros culturales, donde se imparten clases de idioma coreano y diversas actividades relacionadas con la cultura coreana.

En Cuba los descendientes coreano-cubanos preservan sus tradiciones mediante la creación de asociaciones y centros culturales, donde se imparten clases de idioma coreano y diversas actividades relacionadas con la cultura coreana..


"El sueño de la diáspora coreana" es un interesante material que muestra historias de miles de personas que sufrieron por seguir sus sueños de prosperar en una tierra extranjera, enfrentándose a trabajo forzado y situaciones adversas, con la esperanza de volver a su tierra natal.

El trabajo en las plantaciones de henequén y la caña de azúcar fueron capítulos de sangre, sudor y lágrimas para los coreanos, pero también reflejan como con su arduo trabajo y constancia, forjaron una comunidad sólida que, como el henequén que crece entre espinas, resurgió incontables veces y se hicieron de un lugar reconocido tanto en Hawái, México y Cuba.

Algo admirable, que también se refleja de manera muy acertada en el documental, es cómo los descendientes de ese pueblo, actualmente forman parte de la quinta y sexta generación de inmigrantes descendientes, y viven orgullosos de sus orígenes y de lo que hicieron sus ancestros por crear un lugar para su comunidad. Muchos han llegado a destacarse dentro de sus comunidades, poniendo en alto el legado de sus antepasados.

La historia de la diáspora coreana en América, que comenzó 120 años atrás, es una muestra de la perseverancia de los coreanos por ir en busca de mejores de oportunidades de vida, quienes supieron sobrellevar las adversidades que se les iban presentando en el camino. Cabe resaltar que aunque tuvieron que partir de Corea, jamás olvidaron su patria. A donde quiera que iban, creaban una comunidad coreana para inculcar los valores de su nación y, además, participaron en los movimientos de independencia con sus escasos recursos, para luchar por una patria a la que nunca pudieron volver.


kimhyelin211@korea.kr

* Este artículo fue escrito por una reportera honoraria de Korea.net. Nuestro grupo de reporteros honorarios es de todo el mundo y trabaja para compartir su afección y entusiasmo hacia Corea.