Por la reportera honoraria Kenya Contreras de Venezuela
A pesar de las distancias geográficas que separan a Venezuela de Corea, ambos países tienen más cosas en común de lo que puede parecer a simple vista y la historia reciente de estas naciones ha demostrado que, en cierto punto, los pueblos lograron conectarse.
Con el auge de la cultura coreana en Latinoamérica surgieron investigaciones académicas sobre la migración coreana en el continente americano, siendo la de R. Indira Valentina Réquiz Molina, licenciada en Letras egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV), la primera enfocada en el flujo migratorio de coreanos en el país sudamericano.
El año pasado la investigadora publicó un libro llamado “La migración coreana en Venezuela 1962-2021”, que formó parte de un proyecto realizado por la Universidad de Los Andes (ULA) y la Embajada de Corea en Venezuela que nombraron “Cuadernos de Corea”.
Durante una entrevista para este artículo, Indira explicó que una vez que emigró de su país entendió las historias que escuchaba en su casa, cuando oía a sus abuelos de origen polaco hablar de su diáspora y también comprendió a plenitud a los migrantes coreanos que conoció durante su tiempo de investigación en Venezuela, donde mantuvo un contacto estrecho con la comunidad gracias a la organización de eventos culturales.
Al ser la primera estudiante que presentó un trabajo de grado enfocado en Corea en su universidad, la ULA la contactó para plantearle el proyecto, una idea que ella aceptó de inmediato porque contaba con la ayuda de varios académicos, entre ellos Norbert Molina, quien es el editor del libro, y demás profesores con los que se relacionó durante la realización de su trabajo de pregrado.
La investigadora R. Indira Valentina Réquiz Molina ha dado varias conferencias y charlas sobre literatura y migración coreana en diferentes países de Latinoamérica. | R. Indira Valentina Réquiz Molina
Lo primero que explicó Réquiz en el libro fue que, al principio, la llegada de migrantes coreanos a Venezuela no fue bien registrada, debido a que los documentaban con la nacionalidad japonesa. “Estas personas tuvieron contacto con el territorio venezolano a partir de los distintos intercambios que hubo en la región con gente que era, por ejemplo, parte de buques pesqueros o que tenían algún tipo de labor agrícola”, por eso la autora expuso que debido a estos antecedentes, los coreanos decidieron ir al país sudamericano para conseguir trabajos, lo que generó un movimiento de migrantes que inició en 1962, cuando ambos países iniciaron relaciones diplomáticas.
Una vez asentada la comunidad coreana en el país, el proceso migratorio se dividió en tres etapas: la primera cuando el migrante coreano descubrió las facilidades que ofrecía Venezuela para dar visa a los extranjeros, la segunda hizo referencia a las riquezas económicas que tenía el país sudamericano en ese entonces, incluyendo el petróleo, las cuales se convirtieron en un gran atractivo para los migrantes. La última se trató de la importancia que tuvo Venezuela “como un puente para su estabilización económica, que luego les permitió redirigirse hacia otros países con los cuales tenían más afinidad y se convirtieron en su meta migratoria, como Estados Unidos o Europa”, señaló la académica.
Actualmente, la población de coreanos en Venezuela se ha mantenido estable con aproximadamente 300 personas, quienes tienen más de 5 años en el país y cuentan con la documentación necesaria para estar de manera legal. Luego, hay personas con visa de trabajo o temporales que elevan la población a 1.000 personas.
La mayor cantidad de migrantes coreanos llegaron en la década de los 80, cuando el país asiático atravesaba una crisis económica, lo que hizo que los coreanos que ya conocían Venezuela mudaran a sus familias a la nación sudamericana. El primer migrante coreano llegó al país con una visa deportiva y se desempeñó como profesor de taekwondo, explicó Réquiz en el libro.
“Esas personas estuvieron un tiempo aproximado de 5 a 10 años para hacer dinero, que era su fin, para luego volver a migrar. Si bien hubo periodos de más flujo migratorio como el de los 80, luego en los 90 con la crisis venezolana y la crisis en Corea, los coreanos empezaron a irse a Estados Unidos y aquellos que aún no tenían la capacidad económica para viajar a partir de las elecciones del 99, cuando ganó el expresidente Hugo Chávez, decidieron irse a otro país de la región, lo que inició una movilidad interna que es la relevancia del libro”, comentó.
Similitudes entre la sociedad coreana y la venezolana
Más adelante, la autora dio su punto de vista sobre las similitudes que existen entre las dos culturas, especialmente a la hora de hablar de identidades, porque ambas sociedades vivieron un periodo migratorio parecido, que les hizo plantearse quiénes eran en un país extranjero.
“El coreano siempre ha estado entre lo que fue y lo que le obligaron a creer que era a partir de las ocupaciones e invasiones que vivió. Perdió un poco su identidad en el proceso y fue un trabajo muy duro recuperar su cultura y sus tradiciones, entender qué era ser coreano, incluso hoy están en un dialogo entre ¿qué es ser coreano nacido en Corea y qué es ser coreano nacido en otro país?
Por otra parte, el venezolano experimentó durante mucho tiempo una gran farsa sobre su identidad de que era “lo de afuera era mejor”, eso hizo que existiera un descubrimiento de la cultura interna, hacia lo que realmente somos. Por las circunstancias sociopolíticas tuvimos que emigrar y empezamos a redescubrir nuestra identidad y aferrarnos a eso. Empezar a dialogar entre ¿qué es ser venezolano que vive en Venezuela y qué es ser venezolano que vive afuera? ¿Quién es más venezolano? Es más o menos el mismo conflicto. Ambos países parecen que están muy separados, pero lo cierto es que la manera de entender su identidad y sus preguntas son las mismas”.
Debido a esto, Réquiz mencionó a los
gyopo, una palabra utilizada en Corea para definir a los coreanos que viven fuera del país. A través de Suwon Lee y su familia, quien además colaboró con un valioso registro fotográfico para la publicación, ejemplificó cómo cada
gyopo encontró su propia manera de integrarse a la sociedad venezolana. Otro caso es la historia de David Jin y Dan, quienes decidieron llevar la chocolatería venezolana, conocida por la calidad de su cacao, a Corea, donde viven orgullosos sus dos culturas.
Un ejemplo de la adaptación que tuvo el coreano en Venezuela se pudo apreciar en una foto que apareció en el libro, en la cual se observó a la comunidad celebrando una boda con tequeños, una comida característica de Venezuela que forma parte de los festejos. “No hay una imagen que sea una síntesis más adecuada de cuál ha sido la integración, lo cierto es que el coreano fuera de su país elige, porque eso también nos ha pasado a nosotros como venezolanos, qué tradiciones usar y qué no, pero el coreano en Venezuela no solamente come arepa también baila merengue y salsa”.
Invitados coreanos comiendo tequeños, aperitivo típico del país, en una boda realizada en Venezuela. | Lee Suwon
Luego, la investigadora definió a la comunidad coreana en Venezuela como cerrada y que, aunque no todos mantuvieron las tradiciones de su país, sí intentaron conservar el sentido de unidad a través de la comida o algunas celebraciones.
A pesar de eso, en la década de los 2000 en Venezuela todavía no se diferenciaba a una persona coreana de una china, pero la sociedad siempre fue abierta con los migrantes. La etiqueta de una persona “china” fue muy difícil de quitar, comentó Réquiz, quien explicó que todo cambió gracias a la llegada del
hallyu, u ola coreana, un fenómeno que reeducó a la sociedad y le permitió identificar aquellos aspectos culturales que hacen única a la sociedad coreana.
“Para el venezolano no hubo una necesidad de saber, tú ya eres parte del territorio, tú ya eres parte de quienes somos, pero el
hallyu permitió que el venezolano tomara consciencia de esa diferencia étnica y no solo se interesara por la vivencia del coreano en Venezuela, sino de su historia, ¿cómo llegas aquí y por qué aquí? Pero si esto es tan lejos, ¿por qué aquí? Creo que esto es lo valioso de entender y de acercarse a la comunidad”, comentó.
La participación de la comunidad coreana en la economía venezolana
La sociedad coreana ha sido un partícipe activo en el sector económico del país, comentó. “La industria del petróleo tiene un gran soporte de la comunidad coreana, uno de los primeros coreanos que llegó al país fue para estudiar Ingeniería en Petróleo. Trabajó para Petróleos de Venezuela (PDVSA) durante casi 30 años y se quedó en Venezuela, abrió una empresa y fue parte del proceso económico, como él un montón que incentivaron la llegada de las oficinas de la Agencia para la Promoción del Comercio e Inversión de Corea (KOTRA, por sus siglas en inglés) a Venezuela, lastimosamente la KOTRA tuvo que irse en el 2016 por el contexto socioeconómico del país sudamericano”.
En Venezuela hay una fábrica de motos llamada 'Empire' que es dirigida por coreanos con mano de obra venezolana. | Lee Suwon
Como referencia, la investigadora mencionó a la empresa Empire, que en 2014 se convirtió en el mayor fabricante de motocicletas en el país y aparecía en los medios, pero no se hacía énfasis en la directiva coreana que la manejaba.
Debido a las riquezas minerales del país sudamericano, la comunidad coreana participó en el mercado de la extracción de oro y minerales, que utilizaron como materia prima para la fabricación de bisutería, uno de los principales rubros al que se dedican en Venezuela. Además, fueron una pieza clave en el desarrollo tecnológico del país gracias al movimiento económico que creó la comunidad en la industria pesada, y que facilitó las exportaciones entre ambos territorios.
Una madre y su hija se posan para una foto en una tienda de bisutería, el rubro al que se dedicaron la mayor cantidad de coreanos, ubicada en una zona comercial de Caracas, en Venezuela. | Lee Suwon
Durante los años de máxima movilidad en Venezuela, Corea fue una de las naciones que ayudó a los migrantes y refugiados con el envío de ayuda económica a los países de acogida, con el fin de que pudieran sobrellevar el gran flujo migratorio que existió en la última década.
Por último, la autora reconoció que fue parte de algunos eventos que ayudaron a la difusión del
hallyu en el país, una ventana que le permitió conocer algunos aspectos de la sociedad coreana que espera algún día ver reflejados en Venezuela. “Tenía esta inquietud y es el impacto que la migración tuvo en mí lo que hizo que entendiera por qué esto tiene que ser publicado en Venezuela, para los venezolanos y para los coreanos. Quiero que le abra el camino a otros porque de eso se trata la academia”, comentó sobre el aún emergente puente académico que existe entre ambas naciones.
kimhyelin211@korea.kr
* Este artículo fue escrito por una reportera honoraria de Korea.net. Nuestro grupo de reporteros honorarios es de todo el mundo y trabaja para compartir su afección y entusiasmo hacia Corea.