Por la reportera honoraria
Liliana Tlamani de
México
Fotografías: Liliana Tlamani
Si lo que estás pensando es: ¿qué similitudes pueden existir entre estos dos platillos de culturas tan distintas? Pues bien, sigue leyendo porque te voy a contar muchas curiosidades que te sorprenderán.
Para comprender mejor, los mandu son la versión coreana de las empanadas asiáticas, unas pequeñas masas rellenas de carne o vegetales. Su origen se encuentra en China y se fue esparciendo por todo ese continente con diferentes preparaciones. Los mandu son envueltos en una fina masa de trigo y rellenos de diferentes tipos de kimchi, carne, mariscos, tofu, fideos de patata dulce o verduras finamente picadas y sazonadas con condimentos coreanos, y pueden ser cocinados al vapor, hervidos o fritos o en sopa.
Mandu de bulgogi preparados al vapor.
Además, los
mandu no solo son deliciosos, sino que también cuentan con una historia fascinante. Se cree que este plato comenzó a popularizarse en la dinastía Goryeo (918-1392) cuando Corea tenía una fuerte influencia cultural y comercial con China y rápidamente se convirtieron en un elemento básico de la dieta coreana. Hoy en día, los
mandu son un plato imprescindible en la mesa de cualquier familia coreana y en sus calles como comida rápida, también, así mismo, son disfrutados en todo el mundo.
Del otro lado del mundo, específicamente en México, un platillo muy popular y consentido en las celebraciones mexicanas son los tamales. Su nombre proveniente del nahuatl “tamalli” que significa “envuelto”. Este delicioso manjar tiene sus raíces en la antigua Mesoamérica, donde ya se preparaban tamales hace miles de años, pues datan de la época precolombina, donde los mayas y aztecas ya disfrutaban de esta delicia. Y consisten en porciones de masa de maíz nixtamalizada, que es maíz cocido con agua y cal, rellenos con una variedad de ingredientes picantes o dulces. Estas porciones se envuelven en hojas de maíz secas, hojas de plátano, y se cocinan al vapor hasta que se expandan y estén listas para ser disfrutadas. Su preparación varía según la región y las tradiciones familiares. Pueden ser rellenos con carne de cerdo, pollo, verduras o incluso dulces como piña, pasas o chocolate.
Tamal con relleno de salsa verde y carne (izda.) y el tamal de dulce con relleno de pasas.
¿Ves las similitudes? Ambos platillos tienen una historia ancestral y sus orígenes en la agricultura y en la necesidad de aprovechar los ingredientes disponibles en cada región. Su preparación se debería considerar un arte, ya que requiere destreza y paciencia para armarlos de manera correcta y lograr la textura y sabor deseados.
Los
mandu coreanos y los tamales mexicanos comparten más que solo una apariencia similar; en su esencia, ambos representan una combinación de masa y relleno que encapsula la riqueza cultural y gastronómica de sus respectivos países. Tanto los
mandu como los tamales son productos de un proceso artesanal que requiere habilidad y paciencia. Desde la preparación de los rellenos hasta el cuidadoso envolvimiento en masa, cada paso es un tributo a la tradición y al esfuerzo familiar. En Corea y México, la elaboración de
mandu y tamales no solo es una tarea culinaria, sino también un ritual que une a generaciones en torno a la mesa, compartiendo historias y secretos mientras se deleitan con estos manjares. Es en las festividades y ocasiones especiales donde estos platos brillan con más intensidad, sirviendo como vínculo entre el pasado y el presente, entre la familia y la comunidad.
La similitud entre los
mandu y los tamales va más allá de su aspecto y sabor, ya que ambos son símbolos de unión familiar y arraigo cultural en sus respectivas sociedades. Tanto en Corea como en México, el acto de compartir estos alimentos trasciende lo puramente gastronómico para convertirse en un acto de conexión emocional y social. Ya sea durante el Seollal, o Año Nuevo Lunar en Corea, o el Día de la Candelaria en México, la presencia de
mandu o tamales en la mesa es un recordatorio de la importancia de la tradición y la comunidad. Acompañados de salsas que realzan su sabor, estos platos no solo satisfacen el apetito, sino que también alimentan el alma, fortaleciendo los lazos familiares y preservando la herencia culinaria de cada país.
Como mexicana y amante de la cultura coreana, me resulta fascinante descubrir las conexiones entre el tamal mexicano y los
mandu coreanos, dos platillos aparentemente distintos, pero con raíces culinarias y características en su preparación que los unen de una manera sorprendente. La gastronomía y los ritos que conlleva la preparación de platillos como estos va más allá de solo alimentarnos, es un medio para conectarnos con otras culturas, compartiendo tradiciones, sabores y experiencias únicas que nos enriquecen. Así que, la próxima vez que disfrutes de un tamal o un
mandu, piensa en la historia detrás de cada bocado y cómo estos platillos nos enseñan que, a pesar de las distancias geográficas, estamos más unidos de lo que imaginamos a través de la comida.
¡Espero que hayan disfrutado de este viaje culinario! ¡Buen provecho!
kimhyelin211@korea.kr
* Este artículo fue escrito por una reportera honoraria de Korea.net. Nuestro grupo de reporteros honorarios es de todo el mundo y trabaja para compartir su afección y entusiasmo hacia Corea.