Por Yuji Hosaka
Profesor de la Universidad Sejong
Un jardín botánico de especies autóctonas ubicado en el condado de Pyeongchang, en la provincia de Gangwon-do está dando de qué hablar. Esto se debe a que en sus jardines se instaló una escultura de bronce en forma de la estatua de un hombre que está arrodillado frente a la estatua de una niña, quien simboliza a las 'mujeres de confort', eufemismo utilizado para referirse a las mujeres explotadas por el ejército japonés como esclavas sexuales durante la II Guerra Mundial. Hubo varios reportes que afirmaron que la imagen del hombre estaba inspirada en el primer ministro japonés, Shinzo Abe.
El secretario de estado de Japón, Yoshihide Suga, aseveró: “si lo que los reportes dicen es cierto, esto sería inaceptable según las normas internacionales del protocolo diplomático”. Por su parte, el director del jardín botánico aseguró posteriormente que el hombre arrodillado no representa al primer ministro Abe.
¿Cuál es la razón por la que Suga, quien es el jefe de la diplomacia japonesa, reaccionara de manera tan susceptible ante la instalación de dos estatuas en un jardín botánico de propiedad privada? Esto podría deberse en parte a que muchos de los seguidores del régimen de Abe manifestaron vehementemente en Internet su disgusto por la escultura. Pareciera que el régimen de Abe, cuyo índice de aprobación ha estado bajando, no quiso desaprovechar la oportunidad de tratar de recuperar algunos puntos al mostrar una actitud severa hacia Corea.
No es de recibo que los miembros de la sociedad civil se involucren en actividades o acciones que constituyan un insulto hacia los líderes nacionales de otros países. En Japón, sin embargo, muchos actos llenos de odio hacia los coreanos y Corea como país ocurren frecuentemente, sin que el gobierno japonés haya hasta ahora tomado ninguna medida contra los responsables. Del mismo modo, el sentimiento anti-coreano en Japón posee una historia extremadamente larga.
Zaitokukai, el principal grupo nacionalista anti-coreano de Japón, formado en 2006, y otras entidades similares a menudo toman las calles realizando manifestaciones y discursos de odio contra los coreanos, como uno titulado "Maten a los coreanos". Aunque son necesarias fuertes medidas en contra de estos grupos abocados en la discriminación racial, el gobierno japonés es reacio a tomar cualquier medida, escudándose en la libertad de expresión.
El año pasado, Masatoshi Muto, quien anteriormente fue embajador de Japón en Corea, publicó simultáneamente en Corea y Japón un libro cuyo título podría traducirse como "Moon Jae-in, un desastre para Corea" (título original en japonés 文在寅という災厄). El presidente de un país no debería ser denigrado de esta manera por un libro. Además, tomando en cuenta que Muto fue en el pasado embajador en Corea, pensar que es una persona ordinaria sería difícil. Este género de libros es tan popular en Japón, que la mayoría de librerías disponen de una sección de "libros anti-Corea", con muchas publicaciones diferentes disponibles.
En Corea o China sería difícil observar un fenómeno así. El éxito en Japón de esos libros llenos de odio muestra de una manera fidedigna la verdadera bajeza del país. Por respeto a la libertad de expresión, el gobierno coreano nunca ha manifestado ninguna queja contra esos insultos hacia el país, su presidente, ni su pueblo.
Contrario a todo esto, el gobierno japonés mostró una respuesta excesivamente susceptible hacia una estatua elaborada por un ente privado. Recordemos igualmente, que el año pasado el gobierno japonés también intervino arbitrariamente en la Trienal de Arte en Aichi, haciendo que se cancelara la exhibición "Estatuas para la Paz", una obra de arte de propiedad privada.
La actitud del secretario de estado Suga hacia la escultura "Una sentida disculpa" es un ejemplo de la inapropiada equiparación que hace de la libertad de expresión respecto a una obra de arte en un jardín privado en otro país, con un asunto diplomático.
El gobierno japonés no reflexiona sobra cuál es la razón fundamental por la que se están creando este tipo de esculturas, ni sobre los motivos por los que estatuas similares están siendo instaladas en otras partes. Tanto el gobierno de Japón como los grupos anti-coreanos son enfáticos en que el asunto de las 'mujeres de confort' quedó resuelto por medio de un acuerdo del 2015. Tokio insiste en que el asunto quedó resuelto porque su gobierno entregó un fondo de 1000 millones de yenes para las víctimas. Sin embargo, el gobierno japonés nunca ofreció una disculpa sincera, ni mostró signos de arrepentimiento; por el contrario, su actitud es similar a "hemos pagado 1000 millones de yenes como consolación, ahora no molesten más".
El acuerdo del 2015 sobre las 'mujeres de confort' buscaba esencialmente restaurar el honor y la dignidad de todas las víctimas. El primer ministro Abe, sin embargo, rompió esta premisa apenas 20 días después. El 18 de enero de 2016, en un discurso ante la Dieta de Japón afirmó: "No existe ningún registro histórico de que las 'mujeres de confort' hayan sido movilizadas en contra de su voluntad", una vez más ridiculizando y humillando a las víctimas.
El decir que no existe ningún registro de que las mujeres hayan sido movilizadas en contra de su voluntad, es afirmar que las víctimas decidieron volverse esclavas sexuales por su propia voluntad. Unos días después, el 16 de febrero de 2016, Shinsuke Sugiyama, representante de Japón en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, dijo: "No se pudo confirmar por medio de ningún documento analizado por el gobierno japonés que las 'mujeres de confort' hayan sido 'llevadas por medio de la fuerza' por los militares o autoridades japonesas" a la vez que agregó "por ende, la utilización de la expresión 'esclavas sexuales' es contraria a los hechos". Como resultado, la comisión emitió una vehemente queja manifestando que "la historia es historia. Nadie puede negar la historia ni los hechos históricos".
El comité aseveró además, que "de acuerdo con la declaración del gobierno de Japón, se infiere que la posición oficial japonesa es contradictoria. Por una parte, aducen que las 'mujeres de confort' no fueron víctimas forzadas, pero por otra parte admiten a la vez que quieren llegar a un acuerdo con Corea. Si se sigue el razonamiento de que las mujeres no fueron forzadas a convertirse en esclavas sexuales de las tropas japonesas, entonces, ¿por qué habría el gobierno japonés de buscar llegar a un acuerdo con la República de Corea en primer lugar?".
A menos que el gobierno japonés decida cambiar de manera sincera su actitud hacia las víctimas, más esculturas como "Una sentida disculpa" y "Estatuas para la Paz" seguirán proliferando no sólo en Corea, sino en muchos lugares alrededor del mundo.
Hosaka es profesor de ciencias políticas de la Universidad Sejong en Seúl. Originalmente ciudadano japonés, es actualmente un coreano por naturalización, y dirige el Instituto para la Investigación de Dokdo.
Traducido por Elías Molina, redactor de Korea.net