Por Yang Moo-Jin
Profesor y vicepresidente para relaciones públicas
Universidad de Estudios Norcoreanos
Este año, el país celebró el 76° aniversario de la Liberación Nacional, después de haber superado una oscura historia y haber logrado la libertad y la independencia del dominio colonial japonés. Quitar el yugo de la ocupación debería haber sido el comienzo de una nueva prosperidad para la gente y la fundación del país.
No obstante, desafortunadamente los coreanos experimentaron la tragedia de la Guerra de Corea en medio de la atmósfera global de la Guerra Fría. Este conflicto fratricida dividió al país y al pueblo en dos bandos. Formar un país unido es el paso final para la liberación, pero lograr la unificación hoy, dado el estado actual de las relaciones intercoreanas, no es algo fácil. Mi posición no es una objeción a una península coreana unida, sino más bien una propuesta para buscar la convivencia pacífica y la unificación de facto, debido a la dificultad de lograr la reunificación inmediata en un sentido físico e institucional. Es por ello que los métodos ideados por consenso nacional en Corea del Sur apuntan a lograr el objetivo de manera sistemática y gradual, no radical, a través de la coexistencia pacífica, la reconciliación y la cooperación.
La actual administración del presidente Moon ha enfatizado la coexistencia pacífica más que cualquiera de sus predecesores. Justo después de asumir el cargo en 2017, en medio de una atmósfera extremadamente volátil causada por el programa de armas nucleares de Corea del Norte, que desencadenó la amenaza de una segunda guerra en la península, el presidente Moon Jae-in dejó clara su postura en julio de 2017 mediante un discurso en la Fundación Körber en Alemania, de que no buscaría la reunificación por medio de una absorción ni por medios artificiales. Basado en el entendimiento de que el programa nuclear de Corea del Norte se originó a partir de la incertidumbre sobre la preservación de su régimen, este discurso amplió el proceso de paz al inducir a Piongyang a renunciar a sus armas nucleares, y guiar al régimen hacia el camino de la co-prosperidad pacífica.
Esta política ha dado muchos frutos. Aunque las relaciones intercoreanas y los lazos de Corea del Norte con Estados Unidos permanecen estancados en este momento, no se pueden menospreciar los resultados del proceso de paz intercoreano obtenidos hasta ahora. Si no fuera por la "primavera de 2018", las provocaciones de Corea del Norte habrían continuado y la península podría haber entrado en una espiral de inestabilidad. Una serie de cumbres intercoreanas brindó la oportunidad de revertir la relación hostil entre Corea del Norte y Estados Unidos, y esto a la vez condujo a la histórica primera cumbre entre las dos partes. Gracias a los esfuerzos de la administración Moon para la paz, la administración Biden de los EE. UU. dejó en claro su decisión de respetar los acuerdos existentes entre Piongyang y Washington, tales como la declaración conjunta alcanzada en la cumbre de junio de 2018 en Singapur.
Esto tiene importancia, considerando que a menudo un nuevo Gobierno en los Estados Unidos cambia el rumbo y las políticas después de una elección. Aunque en el camino se produjeron lamentables incidentes, como la demolición de una oficina de enlace intercoreano, los logros del proceso de paz hasta ahora no deben olvidarse. Entre ellos, podemos citar la Declaración de Panmunjom, el Acuerdo Militar General del 19 de septiembre y la gestión general de la paz en la península. Si no fuera por tales acuerdos, cada momento de tensión en la región podría haber afectado negativamente la economía coreana y hacer que la vida aquí fuera mucho más inestable en la era del COVID-19.
La dirección para avanzar es clara. El proceso de paz debe continuar. La oportunidad de la unificación llegará naturalmente cuando se restablezcan las relaciones intercoreanas en aras de la coexistencia pacífica y se forme el marco para la prosperidad conjunta. Afirmar el terreno para una paz sostenible es importante, dejando atrás todo escepticismo o vacilación. Para lograr este fin, ambas Coreas deben eliminar todos los factores que amenazan la paz. Corea del Norte tiene que renunciar a sus armas nucleares y encontrar la forma de garantizar la estabilidad de su régimen. También debe resolver sus continuadas sanciones internacionales y sus dificultades económicas. Su vecino del sur, mientras tanto, debe ejecutar un proyecto de convivencia en el que todos salgan ganando, para inducir al Norte hacia el camino de la convivencia pacífica. Dado que el marco de décadas de desconfianza y confrontación después del armisticio de 1953 no puede desaparecer instantáneamente, las dos partes deben iniciar el diálogo y la cooperación en las áreas que muestren un mayor potencial. La cooperación en prevención epidemiológica, salud y atención médica, y la gestión de desastres naturales ofrecen un potencial de beneficio mutuo para ambas partes. El problema de las familias separadas a ambos lados de la península es otra herida que debe ser sanada. Por lo tanto, las dos Coreas deben comenzar a cooperar en sectores humanitarios, como hicieron en el pasado, cuando los coreanos se ayudaron mutuamente en tiempos difíciles.
La inestabilidad persistente en las relaciones intercoreanas ha sido ejemplificada por la restauración y abrupta suspensión de la red de comunicación directa entre Seúl y Piongyang. La escena política global que mira la tensión entre China y EE. UU. también representa un obstáculo para la península de Corea. Y aún quedan dudas sobre si la política de Seúl hacia Piongyang puede cambiar, debido a las circunstancias políticas dentro de Corea del Sur. Sin embargo, lo que está claro es que construir una estructura de paz a través de la coexistencia pacífica es la única forma de garantizar la seguridad y la prosperidad de la nación coreana. No debemos olvidar que cada paso dado hacia esta dirección es el único camino hacia la verdadera liberación.
Traducido por Elías Molina, redactor de Korea.net