Sociedad

19.08.2014

 

Bishop Peter Kang U-il

Obispo Pedro Kang U-il


Queridos hermanas y hermanos:

Unos cuantos días de presencia del papa en Corea nos ha permitido vivir conmovedores momentos, de júbilo y goce.

El papa ha enviado un mensaje a los jóvenes de Asia reunidos en Corea, instándolo a que despierte y estén vigilantes, aún cuando estén sumidos en una somnolencia. Añadió que a pesar de que en la situación actual prevalecen dificultades y desesperanza, y aunque no se atisbe una posibilidad para librarse de éstas, no se desmayaran y se pusieran de pie. El papa nos ha exhortado a perseguir valores más nobles, dignos de ser alcanzados, para lo cual hay que reflexionar en nosotros mismos, previniéndonos de caer en la adoración del beneficio del crecimiento económico, la riqueza y el regodeo en las comodidades temporales de los ricos. Nos llamó a sentir compasión por los pobres, migrantes y marginados. Al declarara que 124 mártires son los bienaventurados del mundo, nos invitó a preguntarnos a nosotros mismos por qué causa estaríamos dispuestos a sacrificarnos.

El que nos ha iluminado también nos ha mostrado con qué se está comprometido. Desde la mañana hasta altas hora de la noche, el papa dispuso de su envejecido cuerpo de tal manera que pudiera estar presente con los que más lo necesitaban. Tenía siempre la mano lista para tenderla a quien deseara estrecharla. Sin necesidad de palabras, discretamente abrazó a quien estaba acongojado y sumido en la frustración. Escuchó a los que deseaban quejarse con él, prodigó amor y empatía a través de muestras de afecto y rozando las mejillas de niños discapacitados a los que sus padres y la sociedad les ha dado la espalda por sus discapacidades.
 

Nos hizo cobrar consciencia de que la solidaridad para con los pobres es mucho más que dar bienes materiales. Aceptar que sin lugar a dudas son nuestros hermanos y hermanas, también hechos a imagen y semejanza de Dios, y dijo que lo más importante era apoyar a nuestros hermanos para que puedan gozar del mismo respeto y dignidad que todos nosotros como seres humanos. El papa Francisco nos mostró en todo momento sus más profundas convicciones y actitudes sobre lo que es el mundo y la humanidad durante los cinco días y cuatro noches que estuvo en Corea.

A pesar de que el papa Francisco no estuvo mucho tiempo, brindó consuelo, compasión y esperanza a tanta personas necesitadas. Afirmó que la paz no era sólo la ausencia de la guerra, sino consecuencia de la justicia, e hizo votos por que se alcance la paz en la península de Corea en toda Asia del este. Si bien los indicadores económicos muestran que Corea se encuentra en su punto más alto de desarrollo de su historia, la falta de justicia es motivo de gran aflicción, algo que cada vez es mayor.

En este contexto, la paz en la península de Corea deberá empezar porque nos veamos entre nosotros mismos como nobles hermanos y hermanas, creados a semejanza de Dios. Cuando en cada uno de nosotros fluye la justicia como si fuera un río que lleváramos por dentro, el agua puede fluir tanto hacia el norte como al sur, al este y al oeste, para finalmente desembocar en un mar de paz. Deseo que la sociedad pueda aprender del espíritu del papa Francisco, superar la discordia y la confrontación entre las clases sociales, y prosiga hasta convertirse en una sociedad respetuosa y compasiva.

Siento gran pena ante mis conciudadanos por los inconvenientes que les hayan podido ocasionar durante la visita papal las limitaciones al tráfico vehicular y las congestiones ocasionadas por esta visita. Mi más sentido agradecimiento por la cooperación y paciencia que con todo mostró la población. La presidenta Park Geun-hye y sus ministerios gubernamentales nos han dado una inmensa ayuda, tanto material como moral. En especial, una bendición y un agradecimiento a los voluntarios y a quienes con toda entrega nos sirvieron de una manera discreta. El papa Francisco partió muy satisfecho y agradecido por la cálida acogida que le dieron a su llegada tanto creyentes como los que no lo son. Nunca olvidará el profundo afecto que desde el fondo de su corazón le mostró el pueblo.

Queridas hermanas y hermanos:
Recordemos sus palabras: "Levántense, brillen", pongan la justicia delante de nosotros y disipen con luz las tinieblas que estén por delante. Pedimos ayuda a los mártires de esta tierra, a nuestros 103 santos y a nuestros 124 bienaventurados, y en el nombre del Señor enviamos nuestras bendiciones a todos.

18 de agosto de 2014
Presidente de la Conferencia Episcopal de Corea

Comité de preparación de la visita de Santo Padre
Obispo Pedro Kang U-il